La Ley del Deporte

PERIODISTA DE BOXEO ULISES BARRERA POR «LA LEY DEL BOXEO» (2/12/22)

Ulises Barrera nació un 6 de diciembre de 1925 en Buenos Aires, Argentina. Estudio Psicología Social y ejerció como periodista deportivo. Hoy, al evocarlo, hay que decir primero que nada, que fue una de las voces más autorizadas del periodismo deportivo y del boxeo argentino.

Ulises practicó boxeo de chico, en forma recreativa, en el legendario Unidos de Pompeya. Y ese ambiente fue un mundo del que siempre conservó muy buenos recuerdos y amigos.

Llegó a trabajar en el mítico diario «El Mundo». Donde se dedicaba, como psicólogo social que era, al periodismo social, a la parte humana y psicológica de las personas. Cubría situaciones del bajo mundo, dándole voz a los «quebrados», y ayudando a aquellas personas que estaban en la mala. Lo hacía escuchando, entendiendo aquellas almas que habían vivido, hechos traumáticos que le cambiaron su vida y para siempre. Y pasó a convertirse, luego, en una de las firmas más relevantes de los medios.

Como dijo unas cosas que no gustaron a sus directores, fue removido y a los veinticuatro años tomó contacto con el periodismo deportivo, más precisamente del boxeo. El informo, opino, se ocupó, y preocupo, por eso, rápidamente, se transformó en una personalidad destacada. Un sabio, dueño de un análisis que iba mucho más allá del mero combate.

Tras su primera tarea periodística en 1949 en la cobertura de un combate de boxeo en el estadio Luna Park, se convirtió en uno de los analistas más respetados de la radio y la televisión.

Sus comentarios tuvieron como principales protagonistas a los primeros campeones mundiales de nuestro país: Pascual Pérez, Horacio Accavallo, Nicolino Locche, Carlos Monzón y Víctor Galíndez, entre otros.

Su rostro con bigotes, su voz nasal, y su estudio de las situaciones, eran bien conocidas por todos. Ya que sus transmisiones televisivas de boxeo, por Canal 11, constituyeron todo un hito de los mejores momentos de esta disciplina.

El fue testigo directo de las consagraciones de Horacio Acavallo en Tokio, en 1966, y de la célebre pelea entre Carlos Monzón y Nino Benvenutti, cuatro años más tarde, en 1971.

En la década del setenta fue una de las figuras del programa radial «Bajo las Luces del Ring», con Bernardino Veiga, Julio Ernesto Vila, Roberto Maidana y Leopoldo Costa.

Con el Luna Park a oscuras, tras la última pelea, la gente se apretujaba para escuchar sus memorables comentarios finales, que hacía sobre su pupitre tenuemente iluminado.

Era profundo, buceaba en la técnica, pero hurgaba mucho en el costado humano de los boxeadores, sus anhelos, sus virtudes y sus carencias. Hacía docencia con sus ideas. Y siempre trataba de dejar un mensaje.

CICLO DE BOX X AMERICA, CON ULISES ... - Ring Side

Incentivado por un programa radial que le permitía dialogar con las personas, comenzó a ser consejero de los jóvenes, función que cumplió desinteresadamente durante buena parte de su vida. Además, daba clases como Psicólogo Social, en una reconocida Escuela de Periodismo.

Siempre aconsejaba que no pierdan el hábito de la lectura. Ya que no se es alumno únicamente por concurrir a clases, para ser completo se requiere ser autodidacta, y seguir aprendiendo por las tuyas.

El hombre de la historia de hoy declaraba que el periodismo debería ser siempre una militancia de la cultura, de la libertad, la imparcialidad y la ética. Y no una militancia de la política.

Elegía a Pascual Pérez como el mejor boxeador argentino de todos los tiempos. Ya que había ganado 17 títulos. Fue el único campeón olímpico y mundial, que peleo por absurdas razones políticas afuera del país, y demostró agallas y capacidad, ante un marco frío y opositor.

Para Ulises, «Ringo» Bonavena fue un extrañísimo fenómeno, y no únicamente por sus ocurrencias, sino porque era un boxeador con pies totalmente planos y sin base de sustentación. Llegar a pelear con Clay e inclusive hacerle temblar la osamenta fue una hazaña. Por eso y mucho más, fue el mejor peso pesado argentino de la historia.

Barrera contó que una de las costumbres que tenía «Ringo» era la de aparecerse en el noticiero de Canal 11, donde el trabajaba, y mientras estaba en el aire, le avisaba que había llegado.

Anselmo Casares, un negro que había hecho unas 300 peleas, había escrito un libro de poemas que le dio a Ulises para leer y que le diera su opinión. Uno decía: «Boxeador, tenés un mánager, tenés masajista que te ablanda el cuerpo, y te da consejos hasta el promotor, y tenés alguno que gana la plata tanto o más que vos, pero te quedás muy solo cuando suena el «gong».

Y el recordaba que Oscar Bonavena había llegado justo en el momento en el que estaba diciendo eso. Cuando se sentó, Bonavena se le puso en cuclillas diciendo, «repítame eso de te quedás solo». Y el lunes siguiente se apareció en el noticiero de Canal 11, y dice al aire: «Usted ha visto lo que es la vida del boxeador, uno está tan solo, que hasta el banquito le sacan cuando suena la campana». Frase que permanece imborrable en la memoria de todos los argentinos.

El describía a Nicolino Locche como un «radar humano». De un estilo absolutamente propio. Cuando se retiró se pretendió inventar otro Locche, pero no hubo más, porque únicamente él tenía esa capacidad de percepción más amplia que la de cualquier otro.

Opinaba que Carlos Monzón era un anestesista, que llevó un calvario toda la vida por haber padecido raquitismo de chico, y por eso tenía los huesos débiles. Antes de las peleas tenían que infiltrarlo, de lo contrario le dolían tanto las manos, que corrían el riesgo de quebrarse.

Este notable comunicador respondía que Galindez había sido un peleador tremendo, en la media y en la corta, insoportable. Pero indisciplinado, por eso cambiaba de entrenador cada seis meses y tenía muchos problemas para «dar el peso».

Cuando disertaba declaraba que habíamos perdido los valores tradicionales, que estaba quebrada la familia y el diálogo. Lamentaba que dudáramos de la justicia, de la política, de las instituciones, y prácticamente de todo. Se había «roto la brújula», y los dirigentes no se preocupan para que eso cambie.

Barrera explicaba que la derrota o la crisis es algo que podemos utilizar con un criterio productivo. Puede ser el final de algo que estaba mal, y empezar algo mejor. Pero para eso debemos ser humildes y saber aceptar que estamos mal, y queremos cambiar.

Según el, un diálogo era algo más que conversar, intercambiar palabras. Para que un diálogo sea posible, había que estar disponible afectivamente, debía haber aprecio por el otro. El decía que, sin negar la importancia de lo económico y de lo político, el diálogo era una de las condiciones fundamentales para restablecer los valores. Porque apunta al amor, a entendernos y a querernos, que es la base de todo.

Descubrió que los deportes, de cualquier índole, pero particularmente el boxeo, muestran de forma muy nítida nuestros problemas humanos y sociales. El deporte en general, y el boxeo en particular, exponía a nuestra sociedad en su totalidad. Y hay mucha gente que «tuerce la cara» para no ver esta realidad.

Fue nombrado miembro de la Academia de Medicina Legal y Ciencias Forenses de la Argentina, condecorado con el premio Konex del arte y la cultura. Y dirigió una cátedra de posgrado en una Universidad que decidieron que lleve su nombre.

Y finalmente fue miembro de la Academia Nacional de Periodismo. En el acto de incorporación hizo un conmovedor relato de un diálogo personal y profundo que había mantenido con Carlos Monzón, cuando el gran campeón estaba detenido, que nadie que lo escuchó lo olvida.

Fue considerado por las generaciones que lo sucedieron como un referente, un maestro a quien su seriedad profesional lo convirtió en una ineludible figura de consulta. Ya que siempre se podía aprender y mucho de él.

Barrera escribió dos libros: Periodismo y Empatía. Estaba casado y era padre de dos hijos: Ulises y Leonor. El 11 de diciembre del 2005 fallecía uno de los periodistas deportivos más grandes de todos los tiempos. Ese día, la muerte de Ulises Barrera, fue interpretada como «la desaparición de un verdadero prócer del periodismo argentino».

LA LEY DEL BOXEO

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