La Ley del Deporte

FEDERICO "EL LOBO" MULLER

BOXEADOR Y SURFISTA TOMÁS MULLER EN LA LEY DEL BOXEO (24/1/22)

El invitado de hoy tiene cuarenta y seis años, nació en Rosario, pero se crio en Concordia. Hizo la primaria en la escuela Almafuerte viviendo en Alem y 25 de mayo, y la secundaria en Borges, residiendo en Lamadrid y Salto Uruguayo.

Es uno de los motivos de porque este periodista deportivo se dedicó al boxeo. Crecimos bajo el mismo techo. Lo seguí desde chico por toda la casa y de grande por todo el mundo.

Hoy trabaja en un bar, pinta cuadros, boxea y surfea todos los días en uno de los lugares más lindos del mundo, donde sonó y eligió vivir desde chico: Honolulú, Hawaii. Para estar tranquilo y sin estrés en una isla idílica y deseada por «la gilada». Bienvenido boxeador y surfista Tomás Muller a «La Ley del Boxeo»:

«Hola Lobillo, como estamos. Bien acá tranquilo. Contento que me voy a Concordia. Yo siempre hice futbol de chiquito y natación. En el club Hípico donde papá fue y es dirigente, y en el Salto Grande que está a dos cuadras de casa. Y de boxeo miraba a Hearns, Leonard, Hagler y Duran, “Los Cuatro Reyes”, todos los de esa época. Y a Tyson quién era invencible. No me las perdía «por nada del mundo».

«Después no hice más nada por muchos años. Solo fútbol en los clásicos entre Borges y Capuchinos. Toque la guitarra en Los Mohán Sing Suvala con los muchachos de la escuela. Con «Polli» Flores, «Androide» Presas, Matías Sorokin y Javier Vasgal. Birra y rock con un grupo de compañeros y amigos. Pero siempre quería probar hacer algún deporte con constancia. Me había quedado pendiente».

«Luego me voy a estudiar cinco años a la Universidad Nacional de La Plata, me recibo de Licenciado en Diseño y Comunicación Visual. Ahí arranco Full Contact. En un club de pelota paleta que se llamaba La Protectora. Nos enseñaban más o menos, no había sparrings, ni ring… ja, ja, ja. Me entrenaba un «flor de loco» que estuvo preso, salió en televisión, una “celebridad” platense… se llamaba «El Negro» Monzón».

«Luego me cambie a otro que era de Kick Boxing. Ahí ya había mucho mejor equipamiento y estructura. Mi entrenador era un patovica de un lugar que se llamaba El Ayuntamiento, le decían «El Loco» Puel. Debuté oficialmente en el Sheraton de Córdoba ganando por puntos. Siempre cuando volvía de vacaciones a concordia o los fines de semana largos, me mantenía haciendo boxeo en el gimnasio de Camino, cerca de Pindapoy».

«Con mis amigos de La Plata «El Ruso», Javier… o los de Concordia mirábamos Boxeo de Primera trasmitido por Osvaldo Principi y Julio Ernesto Vila. Hasta hablábamos como ellos tratando de imitarlos, nos poníamos sobrenombres de boxeadores, ¿te acordás? Y después se salía o se hacían otras cosas… Un clásico».

«Posteriormente, me fui a vivir a Filadelfia a estudiar inglés, meca del boxeo donde se filmó Rocky, y a New York a trabajar en un restaurante argentino de ayudante de camarero que se llamaba Pampa, ahí se vive mucho el pugilismo. Empecé a boxear en un gimnasio que se llamaba King’s Way, vos lo conoces porque fuiste. Me entreno el tío de Shane Mosley, conocí a Oscar De La Hoya, e hice guantes con Bernard Hopkins (tres grandes de todos los tiempos)».

“Veíamos las peleas en los bares con los latinos después del despacho, en alguna de esas noches estuviste. Todos a los gritos. Con mexicanos y boricuas fundamentalmente. O compraba peleas históricas y famosas en VHS. Eran trasmitidas por HBO y relatadas por Jim Lampley, comentadas por Larry Merchant, y animadas por Michael Buffer. Leía la revista The Ring Magazine. Estaba metido a full en el Boxeo”.

«En New York primero estudié inglés y Trabajaba en Pampa, luego en el restaurante Vandame con el cocinero argentino Fernando Trocca, en uno de tapas españolas “Flor de Sol”, y en uno cubano que vos también trabajaste, llamado “Son Cubano” de barman. Con mucha gente latina. En invierno nos congelábamos. Todo el día de noche, en subtes, bares, departamentos… Yo quería vivir en el mar, me habían marcado las vacaciones con mucha luz, aguas transparentes, arenas blancas… Nadar. Buscar un paraíso natural. Un lugar diferente a New York».

«En Hawaii vivía Víctor Bovino, me dijo que había trabajo y me fui. Llego «El Sobaco» Aramburu con Melisa Bordoli desde Buenos Aires, «El Dedo» Sobrino desde Maine, y finalmente «Juano» Delgado y «El Gordo» Politi desde Miami. Se armó una fuerte colonia concordiense, de amigos de toda la vida en el medio de la polinesia. Vivió «El Negrito» Goñe, vos estuviste acá… Era una locura lo bien que nos sentíamos».

«Me gustaba el surf desde que me iba de vacaciones a Mar del Plata y después a Brasil, pero nunca lo había podido hacer porque es difícil y lleva mucho revolcándote dentro de tremendas olas, que son “paredes”. Necesitas vivir un tiempo importante en el mar y «darle masa»».

«Empecé a surfear en Waikiki que es la cuna mundial del surf, «El Duke» Kahanamoku corría olas ahí y lo difundió hacia el mundo… Yo vivía re cerca, a dos cuadras. Empecé e hice como dos años con un longboard (tabla larga). Iba sin excepción, casi siempre solo. Es la zona más turística de todo Hawaii, la ola es prolija y no hay tantos corales que te corten debajo del agua».

«En Hawaii pagábamos el Pey Per View o Pagar Para Ver entre todos y la casa se llenaba para ver las mega peleas. Asado, música, cervezas, y boxeo. Luego a laburar o salir. Yo trabajaba en “Gaucho Grill”, luego en “Señor Frog” de cocinero, “Arancino di Mare” de camarero, en un gran Hotel, y ahora en una cervecería».

«Aparte pinté cuadros para el artista Botero y fui guía de turista… En Hawaii, por la diferencia horaria, los festivales arrancan como a las 17 horas. Te queda tiempo para hacer lo que quieras. Podés salir tranquilo a las calles. Programón. Es una vida tranquila y accesible».

«En Honolulu hacía boxeo en el Kalakaua Boxing Gym de Kalihi. Y de grande, ya treinta y pico o cuarentón, en el Palolo Boxing Gym. Hace más de veinte años que vivo en la isla y he ido casi todos los días a surfear. Que ha sido mi cable a tierra en este paraíso. Una filosofía de vida sana y en la naturaleza. El surf acá es como el futbol en Argentina. Se cuentan de las olas que hubo tal día, de tormentas perfectas, de grandes maniobras, y leyendas del surf».

«El surfing es un deporte duro que exige de mucha constancia, sacrificio y esfuerzo para superar la frustración de las primeras veces en el agua. Todo surfista debe pasar viendo cómo días y días no salen las cosas. No pasas la rompiente, no agarras olas, el mar te revuelca, te tira al fondo por unos minutos… Y es muy peligroso. La única forma de superarlo es siendo perseverante y seguir intentando».

«Luego me mude cerca del volcán Diamond Head «Cabeza de Diamante». Una playa espectacular y olas tremendas, monstruosas. Y más peligroso por los corales. Esa es mi playa favorita».

«Ahora me compre una tabla más grande, estoy más tranquilo. Le di duro a las olas durante muchos años, todos los días. Con viento, lluvia, frío… Me saqué las ganas. Cuando el mar está lindo y hay buenas olas voy… Antes iba si o si, como esté nomás…».

«El hecho de que nos guste el «surfing» hace que la banda busque otras olas perfectas en playas hermosas. Mucha gente se va al norte de la isla donde está Pipe Line, Waimea, Sunset Beach, famosas a nivel mundial donde se realizan los campeonatos del mundo. A medida que te metes en este mundo siempre buscas lugares exóticos y remotos para viajar con los amigos. Les pasa a casi todos. a mí no tanto… Fui a Costa Rica con Alejandro Moix y a México con los muchachos, no mucho más. Me cuesta salir de mi rutina».

«Esta es una filosofía de vida. Andas de ojotas, bermudas, en cuero, y solo con una tabla todo el día. Sin estrés. Únicamente necesitas eso y listo. Sos super feliz. Te relaja y no querés ni ir a la ciudad. Salís feliz y tenés el día ganado».

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«Hoy en día prefiero hacer boxeo duro una hora y listo. Y enseñar, soy profesor. Es hiper completo para el cuerpo, la cabeza y te levanta el espíritu. Está buenísimo como herramienta para mejorar tu vida. Entrene y peleé muchos años y aún lo sigo haciendo. Son deportes baratos y lo podés hacer a cualquier hora y edad. Estoy dando clases en “Nito Boxing” a chiquititos, adolescentes y adultos. Que me encanta».

«Cuando no voy al mar o al gimnasio me gusta pintar cuadros, muchos los vendo, salir a Waikiki a cenar o tomar unos tragos en un bar, la playa, o en la casa con los muchachos. Acá aún vive Federico Sobrino, Víctor Bovino, «Juano» Delgado en Maui, «El Gordo» Politti conmigo, y Moutone. Seguimos viviendo con «El Gordo» arriba de la montaña en ese viejo castillo. A veces alquilamos una habitación a turistas o parejas de Luna de Miel. El rancho es gigante. Con los gurises nos vemos siempre, somos como una gran familia».

«El deporte, el arte, y los amigos son muy importantes en mi vida y por eso tienen prioridad. Me siento tranquilo con esas actividades. La gastronomía la hago porque la tengo que hacer, es un trabajo. Acá en la isla podés hacer casi todo lo que te gusta, es una vida muy sencilla y fácil. Y es la que deseaba durante mucho tiempo».

Esta es la historia y mi homenaje a mi más incondicional de mis amigos. Al hombre que lo seguí por todo el mundo porque siempre quería vivir como él. O estar cerca de él. Sin importar cuanto tiempo pase, somos hermanos de sangre. Y por eso siempre lo llamo y finalizo con un “te quiero mucho”.

Parecería que cuando Tomy transcurra el último tercio de su vida seguirá en gastronomía, en el arte, en el deporte, y juntándose con amigos. Hace décadas que adecuo sus acciones, deseos, e intenciones a una escala de valores que lo enamoro y le resultó sostenible en el tiempo, hasta casi definitiva.

La vida del surfer está asociada con una estrecha conexión con el mundo que nos rodea y con necesitar pocas cosas para ser feliz. Ellos podrían vivir toda su vida en bermudas, chancletas, cuero, una buena playa y listo. Visualizando la nueva ola que encienda la perpetua esperanza de ser agarrada y surfeada. Con la eterna expectativa de dominar su potencia y forma. ¡En la inmensidad de un océano que se pone más lindo que un «parque de diversiones»!

Mi único hermano tiene de lujo a la naturaleza misma. No hay nada que el hombre pueda hacer o comprar más lindo que esa isla del encanto, su mar, y su estilo de vida «bananero». Ella es la reina. Por eso con solo estar ahí ya se es millonario. No necesitas mucho más. ¡Porque no es más feliz quien tiene más cosas, sino quien menos necesita!

LA LEY DEL DEPORTE

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