La Ley del Deporte

FEDERICO "EL LOBO" MULLER

EMPRESARIO CITRÍCOLA CLAUDIO LEMESOFF EN «LA LEY GASTRONOMICA» (1/2/23)

Cuando con mi familia llegamos a Concordia, mi hermano tenía un año y medio y yo solo un mes de vida. Y mi papá alquilo un departamento en el monobloc, frente a la escuela Normal, a menos de una cuadra de la casa del protagonista de hoy, y al lado de donde vivía su novia y luego mujer: «Delita» Cabrera. Por eso a ellos los conozco «antes de conocerme a mí mismo».

Los departamentos eran, y aún hoy lo son, una vivienda colectiva, compuesta por dos edificios de varios pisos. Y ahí todos los «gurises» jugábamos dentro de esa «Vecindad del Chavo». Me acuerdo mucho de Pía, su hija de corazón, y de María José. Después llegaron Ludmila y Ludovico. Delita y mi mamá Graciela, que ya se fue, eran amigas. Y «mi viejo» y él, se siguen juntando frecuentemente, y ya son como hermanos.

Como es de público conocimiento, el 31 de diciembre del 2015, antes de las fiestas, el protagonista de esta nota se cayó de una bici pedaleando con su nieto en Punta del Este, se fracturó el cráneo, y se dañó el cerebro. Por eso, su cuerpo, mente y espíritu estuvieron internados en terapia intensiva en el hospital Alemán. Y unos años en el Fleni. Con papa lo visitamos varias veces. Tuvo neuro cirugía, cirugía plástica, tratamientos cognitivos, conductuales, corporales, y demás.

Hoy sigue la pelea día a día yendo al Complejo Maranaho y con profesionales que lo tratan en su casa 24/7. Es un milagro que pueda sostener una conversación coherente después de como lo escuché. El, cuando no está trabajando en el mismo, arranca su curiosidad y sus ganas de saber. Y yo escucho, respondo, y pregunto. Aprendo mucho. Una empresa no es mi mundo. Soy de deportes y letras, no de producción y empresas. Quiero entender «como es y como lo hizo». Como se construyó, cuáles son «los tips» detrás de uno de los empresarios, según palabras de mi padre, más brillantes, que ha dado la historia de esta ciudad. Dueño de una de las empresas modelos de la agroindustria. Bienvenido señor Claudio Lemesoff al episodio N.º 5 de «Personajes de Concordia»:

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«Hola Fede querido. ¿Que andas haciendo? Qué alegría. Pasá. Te iba a llamar para consultarte como cocinar el arroz con marisco. No te llame porque no te llame nomas, ja, ja, ja».

Siempre me consulta por aves, carnes, pescados, cortes, cualidades culinarias de los productos, la mejor cocción, por recetas, salsas y guarniciones. Me cuenta que probo algo así y asá en algún pueblo remoto, sobre un muelle, que conoció tal restaurante, que hacen una comida así, y que la gente hacía asa, etc.

«Mi mamá es de Conscripto Bernal y mi papá era de Concordia. Yo me crie con mi abuelo «Pepe» en Federal. Vivíamos en el campo. Entre algarrobos, ñandubáis, talas, y espinillos. Una vida muy tranquila en la calma de la naturaleza. A el le costaba vivir en la ciudad, era un hombre de campo».

Siempre lo escucho preguntarle a mi papá, quién es Ingeniero Agrónomo, por las características y cualidades de los árboles, las hojas, sus frutos, los troncos y sus raíces. De donde son, si se adaptan a nuestro clima, como se los cuida y eso. Se nota que lo apasiona porque en su casa y fabrica tiene todo hermosamente parquizado.

«Mi abuelo «Pepe» venía de Moldavia, salió caminando de ahí con solo cuatro años. Siempre me decía que solo recordaba el viento, el frío y el hambre. Con el vivíamos hermosas aventuras. Con gomeras, cañas y armas. Hasta hace poco tenía la pistola cromada del abuelo, que era un espectáculo, pero mi hijo Ludovico vino un día y me la sacó».

«De chico me vengo a Concordia para asistir a la escuela. Mis padres vendían autos, gomas, llantas, eran comerciantes. Papá era una persona extraordinaria, muy tranquilo y todo un caballero. Era bajo, fuerte, y jugaba al básquet en Bialik, Mi mamá «Bocha», que vive todavía, ha sido muy trabajadora, de un carácter fuerte y determinado. A mi viejo luego le fue mal, y yo lo acompañé para resolver las situaciones económicas con los acreedores y abogados. Y eso de quedar sin negocio, con deudas y algún juicio social me marco mucho. Yo iba a trabajar para tratar de ir lo mejor posible sobre «la línea de flotación». Y no tener que volver a vivir esa situación desagradable».

“Como gran parte de la gente de Concordia en ese momento, mi papá y mi mamá tenían cierta vinculación con la citricultura y, si bien ya se dedicaban fundamentalmente a la venta de gas envasado en garrafas, también tenían unas fincas y una máquinas viejas para el empaque de fruta”.

«Estudie economía en La Plata. Pero «Los Años de Plomo» de la década del 70 y la crisis económica eran un desaliento para cualquier estudiante universitario en la ciudad de La Plata. Y el comienzo de la dictadura militar de Videla terminó por convencerme de retornar a la tranquilidad de mi ciudad natal, para ayudar a mi padre en el nuevo empaque de fruta cítrica, tarea a la que luego se sumó mi hermano Enrique».

«En el año 1974, con toda la familia comenzamos a trabajar en ese empaque que luego se corporizaría como ECA. De los 13 o 14 empleados que comenzaron con mi padre, muchos se han jubilado conmigo. Y los que arrancaron conmigo se están jubilando ahora con Ludovico».

«En una primera etapa de la empresa dimos los primeros pasos, con un empaque de frutas muy pequeño, apuntando al mercado interno, comprando frutas a terceros de todos lados y aprendiendo cuestiones del oficio. Yo compraba frutas y visitaba cada uno de los quinteros de la zona, recorría miles de kilómetros haciéndome de un mercado. Me recorría todo y conocía uno por uno a los trabajadores del sector».

«Tratando por todos los medios que la fruta llegue sana, fresca y deliciosa al cliente. Y conociendo a la fruta y a la gente. Desde el primero al último. Yo me sabía el nombre de cada uno de mis empleados, algo que me enorgullecía. Mi estudio fue el galpón de empaque”.

«En todo ese tiempo, la primaria actividad de empacar fruta dio paso al agregado de valor de la producción citrícola, apostando a un personal calificado y a la industrialización y modernización. Luego de un tiempo empezamos a exportar visitando clientes con mi papá. Aprendimos solos, con el método de prueba y error. El hablaba muy bien el inglés. Lo habían llevado a estudiar a lo de una profesora de chico. Viajábamos a Holanda, Inglaterra, Italia, y papa siempre amistoso y cordial. Yo lo extrañé mucho cuando se fue por problemas cardíacos. Tenía solo 58 años. Yo ya viví diez más que él».

«Seguimos apostamos a producir con formas menos tradicionales, apuntando a la modernidad y poniendo como meta estar tecnológicamente a la vanguardia, siempre lo que más se pueda. Aprendiendo que éramos fruto de una vida transcurrida y que no había motivo para creérnosla cuando teníamos algún éxito”.

«De esa manera atravesamos la economía de Martínez de Hoz y la dictadura militar, hasta que con la llegada de la democracia pudimos comenzar a exportar frutas frescas, a todos lados del mundo».

«Y también aparecieron los primeros créditos internacionales para poder industrializarnos. El empréstito llegó de Italia y tuvimos el coraje y la visión para tomarlo, para que el empaque pasara a la categoría de pequeña industria».

«Nos mudamos de Hipólito Yrigoyen 1670, ahí donde estás vos, y nos fuimos a Ruta Nacional 14. En 1991 creamos la división industrial, convirtiéndonos en una empresa elaboradora de jugos concentrados y aceites esenciales de cítricos. Pudimos dar ese salto que nos iba a cambiar mucho».

«Y partir de 1996 comienza a funcionar nuestra Unidad de Negocio ECA BIO iniciándonos en la producción Agrícola e industrial Orgánica, una decisión que definió el modelo de nuestra empresa y nuestro compromiso por un consumo sano. Hoy contamos con fincas bajo completa certificación orgánica».

«Producimos y fabricamos el jugo de cítricos. Y exportamos mandarina, limón, naranjas, pomelo. También secamos las cáscaras que se usan para gastronomía, nutrición, cosmetología, belleza, perfumería, grasas y geles».

«Siempre tengo nuevas ideas y muchas las pude realizar. También me equivoqué y cometí errores. Ludovico se ha hecho cargo de muchos, y los ha podido ir resolviendo».

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«Nuestra planta en Concordia cuenta con tecnología de punta con una capacidad de producción de aproximadamente 20 toneladas por hora. Realiza en una sola operación la extracción del jugo y del aceite esencial sin contacto entre ambos, consiguiendo un sabor más puro y protegiendo la calidad del jugo».

«Instalamos sistemas de riego por goteo automatizado. Que están recomendados para sistemas de fertirrigación avanzada. Su precisión y eficacia permiten que las plantas alcancen una óptima nutrición y la máxima productividad de los recursos».

«Más allá de los logros y la consolidación económica de la empresa, destaco especialmente la importancia del capital humano. Muchos de aquellos embaladores y peones, que eran muy jóvenes, siguieron y tuvieron una vida digna, y algunos hasta llegaron a ser capataces».

«Yo te diría que la clave para manejar tanto personal y clientes es la empatía. Estar pendientes, escucharlos, ponerse en el lugar, motivarlos, comer juntos, y estar. En una época los iba a buscar personalmente en un camión y los llevaba a cada uno a sus puestos de trabajo”.

Mauricio Macri - EN CONCORDIA Visitando la PYME de la ...

«En Concordia se formó una planta de personal que hoy ronda los 200 operarios con relación directa. De ese total, casi un 20% son profesionales, otra de las apuestas de la empresa ECA, que supo aprovechar que Concordia tiene universidades importantes y de prestigio, de donde salen licenciados, ingenieros y contadores, que están siendo incorporados pensando en la generación que viene”.

«Existen riesgos en todos los sentidos, desde que un cliente te deje de pagar, de que ocurra un desastre natural como esta sequía, o un incidente dentro de la fábrica. Y tenés que convivir con todo lo que va sucediendo sin que eso «te lleve puesto». Te la tenés que bancar».

«ECA supo aprovechar el acuerdo de cooperación bilateral entre la República Argentina y Venezuela. Y en ese marco montamos una fábrica procesadora de cítricos en el municipio Caripe del Guácharo, en el Estado de Monagas, en tierra venezolana».

“Esa experiencia nos permitió llevar al exterior nuestro conocimiento tecnológico, aprovechando que teníamos cierta capacidad técnica y la experiencia de nuestros profesionales, con lo que pudimos poner en marcha una fábrica que estaba abandonada y quebrada”.

“Nos tomamos eso como un desafió. Una experiencia que nos sirvió para conocer otro pueblo, otra cultura y para marcar un hito. Porque son cosas que no son solo importantes en lo económico, sino en lo anímico y en el prestigio para una autovaloración”.

«La pasión por los desafíos y por lo que hacés te hacen buscar los mejores caminos a recorrer y a tolerar la presión del riesgo. Es la base para que perseveres en tu trabajo, que no siempre es fácil, ni divertido, ni tranquilo».

«Siempre me acuerdo de lo que significó para la región y la citricultura de Latinoamérica la empresa Pindapoy, una firma que era un verdadero emporio, por ser la empresa más importante del rubro en Sudamérica, cuando Brasil estaba apenas desarrollándose, Pindapoy ya era una exportadora con múltiples mercados en todo el mundo”.

«Tuve el privilegio de ser amigo de Don Próspero Bovino, que me dio muchos consejos y apoyo cuando tome la decisión de lanzar ECA. Le preguntaba y le contaba lo que me gustaría hacer. Yo lo escuchaba atentamente. El era una persona con una gran capacidad y una tenacidad impresionante”.

«Uso la curiosidad para hacer preguntas a otros que saben, como a tu padre, que tiene un coeficiente intelectual muy elevado, que lo que el dice y hace… y… va por ahí, no está nada errado. Además, leo, miro y escucho. Sit and wait (Me siento y espero)».

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«Eca, que el año próximo cumple 50 años, tiene profundas raíces en la ciudad de Concordia y la región, somos productores citrícolas de esta localidad y si bien nos profesionalizamos, nunca nos movimos de nuestro lugar inicial, al extremo que ni siquiera tenemos una oficina en ningún otro sitio como podría ser Buenos Aires, nosotros solo tenemos un maletín con el que viajamos y llevamos nuestro trabajo para mostrar por el mundo”.

«El cumpleaños de 50 me lleva a sentirme más viejo, y también para valorar un montón de sueños que se concretaron. Y otros que no funcionaron. Cada sueño es como un eslabón más y así fue nuestro desarrollo, reconociendo que en cada eslabón hemos pasado por situaciones complejas, con crisis recurrentes, pero la trajimos hasta acá y seguimos desarrollándola”.

«Ayer, «Fede», «Ludo» abrió la fábrica de jugos en Bella Vista, Corrientes, mucho más grande que la de acá. Ya está funcionando. ¿Podés creer? Estoy más contento que cuando inauguré la de acá. Tenemos que ir con Hugo y con vos un día para conocerla».

«Independientemente del rubro, a los nuevos emprendedores les recomiendo jugarse por el esfuerzo constante a lo largo del tiempo, eso es lo que da sus frutos. Hay que apostar a una idea que enamore y guste. Ese es el secreto para que luego de 50 años te levantes y el trabajo que haces no te mortifique, y asimilar que una empresa es como una familia, y hay que aprender tanto de los momentos buenos como también de los malos”.

Claudio siempre tuvo una cultura de experimentación, de probar ideas, ya sean productivas, de venta, de marketing, u organizativas. Le metió horas y horas a su vida y obra. No todos tienen la fortuna de ser determinados, curiosos y resilientes, intuitivamente. Muchos, nos llegamos a rendir en algún momento y probamos con otra cosa. El hombre de la historia de hoy conoce bien a su empresa, sus fuerzas, oportunidades, y hasta debilidades y amenazas. También el entorno político, económico, social, cultural y hasta el tecnológico.  Se lee todo, o pregunta. Si bien hoy, el intercambio de información neurológica en su cabeza es irregular por el «bombazo» que recibió cuando se cayó de su bicicleta, cuando está bien le funciona como en sus «días de gloria».

Y el sello de emprendimiento familiar está garantizado por sus hijos. La conducción de la firma está a cargo de María José, Ludmila, y Ludovico, quienes tienen roles protagónicos. «Los Gurises» se tuvieron que hacer cargo de ese «monstruo» que es ECA, y lo llevan bien domado y funcionando. A más de siete años de su accidente, en todas las plantas de ECA, una de las más importantes empresas elaboradoras y exportadoras de jugos concentrados y aceites esenciales cítricos del país, la vida continúa. A pesar de que el ya ni va. Sin embargo, su espíritu aún sigue allí. Por la influencia y ascendencia que tuvo en la compañía y en su familia. Claudio sigue en Eca, dentro de cada uno de los de su empresa.

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