La Ley del Deporte

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TRIATLETA OSCAR GALINDEZ EN «LA LEY DEL DEPORTE»

El homenajeado de hoy nació en Río Tercero, Córdoba, un 5 de junio de 1971. Esta ciudad cuenta hoy con poco más de 50 mil habitantes, y tuvo un gran desarrollo debido a la actividad ferroviaria y a la industria militar.

Cuando era joven, a los catorce, en el año 1986, decidió dedicarse al triatlón. Y emprendió un camino que no tenía un recorrido y destino seguro. Poco y nada se sabía de esta disciplina. Hoy, podríamos decir, que tomó la decisión correcta: es el máximo exponente de la historia del triatlón argentino, y uno de los mejores de Latinoamérica.

Sus logros avalan una carrera que aún no tiene fecha de vencimiento. Aún sigue vigente. Se consagró diez veces en el campeonato argentino de triatlón. Fue campeón mundial de duatlón en 1995. Logró el bronce en triatlón en los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995 y de Santo Domingo 2003. Ganó dos medallas de oro en el Campeonato Panamericano de Triatlón 1994 y 1998. E hizo un «descalabro» en los juegos Olímpicos de Sídney 2000, hasta que pincho la rueda, mientras venía «asombrando» en el pelotón de adelante.

Hoy se mantiene entre las principales figuras, a pesar de sus más de cincuenta años de vida. Su historia y sus condiciones, para mantenerse durante tanto tiempo en la elite como uno de los mejores, y encontrarle la vuelta a poder vivir de esto, es lo que asombra y motiva a homenajearlo. Bienvenido Oscar Saúl Galíndez a «La Ley del Deporte»:

«Buen día, gurí, gracias por la invitación. Mis inicios en el deporte fueron a los ocho años en el atletismo, cuatro años después incursionaba en el básquetbol, y a los catorce caigo al triatlón. Miré en televisión «El deporte y el hombre», el programa de «Pancho» Ibáñez, donde pasaron imágenes del Iron Man de Hawaii, y dije: «Yo quiero hacer eso».

«Un día decidí aceptar el desafío de competir en una prueba de triatlón en mi Provincia, Córdoba, y así comencé esta pasión, alimentada por el deseo de siempre superarme. El día que crucé la línea de llegada, descubrí el guerrero que llevaba dentro”.

«Al principio hacía triatlones cortos. Nunca me dediqué a hacer carreras de Iron Man hasta el año 2001 en Florianopolis. Después se creó el Iron Man 70.3, que es la mitad, y donde fui subcampeón mundial en 2007. Estoy seguro de que, si se hubiese lanzado antes, lo podría haber ganado porque es la distancia que mejor me encaja».

«Si bien me inicié en el triatlón en 1986 con la ilusión de competir en un Iron Man, y esa fue la “zanahoria” que perseguí, en retrospectiva, hoy se que hacer un Iron Man es para cualquiera que tenga determinación, tiempo, y la fuerza necesaria. Pero llegar a un Juego Olímpico es solo para una pequeña élite».

«En los Juegos Panamericanos de Mar del Plata 1995, donde gano la medalla de bronce, empiezo a vivir esa antesala al olimpismo. Y cada vez que veía a un deportista olímpico me inspiraba mucho respeto y admiración».

«El triatlón se venía gestionando como un deporte olímpico desde hacía bastante, pero perdió la oportunidad en Atlanta 96, a pesar de que ya se denominaba a la distancia «olímpica».

“Yo tenía mi calendario y el triatlón estaba en permanente ascenso. Ya me movía afuera de la Argentina y esperaba esas carreras. Pero estaba latente la posibilidad de ser olímpico, si el Comité lo dictaminaba. Hasta que se hizo realidad. Cuando se confirmó la fecha de los Juegos, ahí mi objetivo pasó a ser el de clasificar”.

«Varios triatletas no fueron a la ceremonia porque enseguida se venía la carrera, yo decidí ir porque no sabía si iba a ir a otros Juegos y no me la quería perder. Estar ahí me llenó de energía, en vez de consumirme. Quería sentir esa emoción de entrar al estadio y vivirlo desde adentro… Nunca me arrepentí. E influyó cero en el desgaste energético».

«Aún recuerdo con emoción esa hermosa convivencia que se da en la Villa y el amor por la patria en plena competencia. En un Juego Olímpico, cada atleta lleva los colores de su país. La bandera está por delante de cualquier cosa. Cuando escuchas tu himno es algo muy fuerte. En los Juegos se pone de manifiesto la superación de uno al «mil por mil».

«El 17 de septiembre del 2000, tuve mi debut y allí, entre 55 participantes, me iba yendo muy bien. Venía en el pelotón de adelante, sintiéndome super fuerte cuando pinche, y se me esfumaron las chances de llegar más adelante».

«De cualquier manera, haber estado en Sídney 2000 fue “un sueño cumplido”. Hacía poco me había ido del país en busca de más apoyo, y mejores condiciones de entrenamiento. Así que estaba en un gran momento».

Apertura. La delegación argentina parte rumbo a la ceremonia inaugural. El estadio donde se hizo estaba frente a la Villa Olímpica. (Gentileza Oscar Galíndez)
Apertura. La delegación argentina parte rumbo a la ceremonia inaugural. El estadio donde se hizo estaba frente a la Villa Olímpica.

«Fui con el claro objetivo de terminar en el Top 10. Llegue número 28, pero solo siento gratitud. Me di el gusto y tuve el honor de ir a unos Juegos. El evento colmó largamente mis expectativas. Estar ahí engloba un montón de cuestiones que no se sintetizan solamente en el hecho de competir».

Largada. La Opera de Sídney le dio marco al inicio de la competencia. (AP / archivo)
Largada. La Opera de Sídney le dio marco al inicio de la competencia.

«Luego incursione en larga distancia, donde fui subcampeón mundial de Iron Man 70.3 en Clearwather, Florida, en el 2007. Y gané tres veces el Iron Man de Brasil, en el 2003, 2006 y 2007».

«Hoy, con cincuenta años, mi preparación es diferente a la de otros atletas. Dosifico y administro mi entrenamiento para poder seguir estando bien. Tengo que ser muy hábil como para hacer «retoques» precisos, y ajustar bien los detalles».

«Poder correr con mi hijo es todo. Ya los años van pesando, pero seguimos vigentes. Los deportistas que pueden participar con su hijo están «contados con la mano». Estoy cumpliendo un sueño más. Mientras tanto, mi hijo Thomas está entrenando, compitiendo, y estudiando para ser profesor de educación física».

«La pasión se transmitió a mi hijo como algo natural. En casa la mejor escuela es que él me haya visto como un mensaje de esfuerzo, de vida sana, de compromiso, y de siempre plantearse metas. Yo deseo que tenga buenas performances, pero que también crezca en lo personal, que es algo muy importante».

«Además de mi vida como deportista, hace como quince años tengo mi marca de ropa deportiva de indumentaria de triatlón: OG, con mi mujer Lía, que me ayuda mucho. Y doy charlas de motivación a grupos de empresarios y deportistas de toda Latinoamérica».

«Ser el triatleta pionero en el país, para mí, representa todo. Es un legado, es una leyenda que todavía está aumentando. Muchos me dicen hoy en día que tengo que correr más tranquilo y disfrutar. Yo disfruto mucho menos ahora, hoy tengo la presión de correr y no quedar tan atrás. En cada carrera tengo que estar «ahí», para seguir demostrando que todavía puedo. ¿Si no para qué corro?».

«Después de cada carrera que hago, me empiezo a plantear la otra. Ya en mi subconsciente hasta pienso que es mejor que no me vaya tan bien para empezar a darle un cierre. Me voy replanteando cosas y metas siempre, entre ellas la retirada. Para seguir dependo mucho de las lesiones también, tengo una tendinitis crónica en el hombro derecho que siempre está y molesta. Molestia a veces en la cadera, la operación sería una posible solución… Pero también un punto final».

«Mi cuenta pendiente es haberme atrasado en competir en el Iron Man de Hawaii. Yo podría haber hecho varios top ten y se me hizo un poco tarde. Debuté en 2002, en el 2005 finalicé 11°, y ya en el 2008 desistí de ir. Desde aquel año nunca más corrí. Se me fue «pasando el tren».

Oscar y Thomas Galíndez, pasión de padre a hijo
Oscar y Thomas Galíndez, pasión de padre a hijo

«En un momento comencé a trabajar en campañas relacionadas con la concientización de automovilistas a favor de una mejor educación y mayor respeto al ciclista. A raíz de la seguidilla de accidentes que sufrimos junto con mi hijo Thomas, poco tiempo después inicié un proyecto que ya cumplió el primero de sus logros mediante la colocación de carteles preventivos en las rutas provinciales cordobesas».

“Una característica mía es que siempre tuve buena cabeza para ir hacia adelante, mi mente manda señales para ir lo más rápido posible, y eso sigue repercutiendo positivamente en la base sólida que son los músculos. Y viceversa. Mi fortaleza física ha impactado positivamente en mi mente. Hoy el motor sigue fuerte y la cabeza también, y si no estuviese un poco lesionado, andaría aún mucho mejor”.

Galíndez habla con un tono de voz pausado y entrecortado, piensa sus respuestas, analizando cada palabra, y hasta cita a Voltaire con una de sus frases: «Lo perfecto es enemigo de lo bueno». Creo quiere decir: «En lugar de encontrar el gimnasio adecuado, seleccionar el atuendo impecable, esperar por el clima perfecto, y elegir la hora óptima, simplemente salí a entrenar, y a disfrutar.

«Lo perfecto es enemigo de lo bueno. Nunca en la vida planifiqué ser triatleta para ganar títulos, yo quería correr porque me gustaba ir rápido. Así empecé a darme cuenta de que tenía mucho potencial, pero todo a medida que fui «caminando» y disfrutando».

En lugar de esforzarse por alcanzar un «perfecto» imposible y, por lo tanto, no llegar a ninguna parte, aceptó lo «bueno» de correr porque le encantaba. Muchas cosas que valen la pena hacer, también valen la pena hacerlas, no tan bien. Si vas a esperar por las condiciones perfectas, nunca vas a darle continuidad a nada.

«El éxito no se encuentra en la fuerza, en la inteligencia o en la riqueza. Esos atributos son inherentes a nosotros. Lo que cuenta es el esfuerzo que estamos dispuestos a hacer, la actitud y el carácter para entrenar y conquistar nuestros sueños».

Hoy, a pesar de que vive en Brasil hace más de veinte años, mantiene su tonada cordobesa de la misma manera que a su físico y su pasión por el triatlón: en inmaculadas condiciones. Hace como cuarenta años que ese muchacho que arranco a hacer tría en Río Tercero, es conocido en el mundo entero del triatlón como el argentino Oscar Galindez: «El Señor del Triatlón». O, como lo indica su marca de ropa: Simplemente «O.G.».

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