El 28 de agosto de 1949 Boca le estaba ganando a Independiente en Avellaneda por 1 a 0. Pero a los 13 minutos del segundo tiempo cayó un tiro de esquina al área de los xeneises y, en confusa jugada, «El Rojo» consiguió el empate, cuando alguien la empujó en el «borbollón».
Mientras los locales festejaban, el recio marcador Francisco Perroncino corrió a reclamarle al arbitro que el gol era ilegítimo, que habían cargado en forma ilegal al arquero Claudio Vacca. El zaguero se quejaba, rodaba, pedía, imploraba, y aparentemente lo puteaba…
Pero el juez, Nai Foino, hombre pesado y guapo, no tuvo mejor reacción para callar el reclamo que darle una descomunal trompada en el rostro de «El Pedidor de la Rivera». Quién cayó desvanecido, se sentó de ojete, y quedó tirado boca arriba por «toda la cuenta». Mirando «la luna de avellaneda».
La reacción pugilística del juez provocó una colosal batahola en las tribunas, desde donde los hinchas comenzaron a arrojar objetos contundentes, baldosas incluidas. Con el partido suspendido, los desmanes continuaron en el club, las piletas, las parrillas, en los alrededores del estadio, y en las zonas aledañas. Se pudrió…
Para calmar a los enardecidos la Policía largó gases lacrimógenos y balas de goma de sus armas reglamentarias. Confites para todos. Pero fue peor el remedio que la enfermedad. La intervención de la fuerza pública dejó un saldo de tres heridos de bala y muchos heridos de goma, incluidos uniformados.
Finalmente, se suspendió definitivamente porque no estaban dadas las condiciones para que se siga «jugando». La historia es asombrosa, pero lo que más asombra, es que es verídica. Y pasó en el fútbol nuestro de cada día.
Para la fría y menos divertida estadística les cuento que el partido recién continuó el 14 de septiembre con la ausencia de Perroncino y del irascible referí Foino, ambos suspendidos por muy buenas razones. Boca le ganó tres a dos a Independiente gracias a las conquistas de Juan José Ferraro y de Francisco Campana. Triunfo vital para quedarse en Primera. Y salvarse del fantasma del descenso. A solo un punto del descendido Lanus.
LA LEY DEL DEPORTE
