La Ley del Deporte

FEDERICO "EL LOBO" MULLER

LOS DIARIOS Y REVISTAS, Y YO

En mi casa de chico leía las aventuras de Tom Sawyer, de Paturuzito, Mafalda, y Condorito. Y en las oficinas de los laburos de mi viejo, Alecy, La Plata Cereal, y luego Bunge, me obsesionaba con La Nación Deportiva y el Clarín Deportivo, y demás el emblemático El Heraldo de Concordia, siempre buscando los torneos y competencias.

Los martes llegaba la revista El Gráfico y me la «morfaba», además leía, menos frecuentemente, la Goles, y algo de la Solo Futbol. Uno llegaba ansioso al quiosco esperando ver ese ejemplar que me iba a tener toda la semana leyendo y gozando. También leía, si las tenía, a la Gente, la Muy Interesante y la Noticias.

Los escritores utilizamos el recurso de construir una voz que es la que “suena” en la nota y a través de la cual la gente se identifica o no con nuestras narraciones, pensamientos y emociones. Y yo, cuando leía El Gráfico, “escuchaba” y «vivía» esas historias épicas.

Estaba super alegre con la revistas bajo el brazo, la leía, releía, y las coleccionaba a todas. Hasta las escondía para que no me «la haga boleta» mi hermano Tomás. No quería terminar de leerlas, entonces lo hacía de a poco. Eran ejemplares lindos, las tapas coloridas, plastificadas, y con pósteres gigantes en el medio. Y los que escribían eran, para mí muy poca autorizada opinión, unos genios.

Mi vieja era una gran lectora de diarios, revistas, y libros. Subrayaba los artículos, los recortaba, los clasificaba por temas, los pegaba sobre hojas blancas, los encarpetaba perfectamente, y finalmente los guardaba meticulosamente en cajas. Descritas y separadas por secciones: historia, escritores, geología, astronomía, campo, música, cocina, economía… y obviamente deportivas. Era uno de sus hobbies favoritos.

Hasta el último momento alentó, con sus mejores deseos, a mi afición y gran pasión: el deporte y el periodismo deportivo. Uno leía un poco de todo, pero se iluminaba con el deporte en general, y el fútbol y el boxeo en particular.

Papá, Ingeniero Agrónomo él, leía el diario La Nación, libros de su profesión, y de economía. Yo le llevaba el suplemento deportivo, le miraba los títulos de las otras secciones, y se los devolvía algo desordenados.

En Concordia primero leía los recortes de mi corta vida deportiva, que mi viejita los guardaba tan meticulosamente. Los resultados y las posiciones de natación, básquet, y triatlón. Leía a Emilio Scarinci, «El Huevo» Bradanini, Ángel Cardozo, Oscar Noblega, Jorge Eduardo Scarinci… Y más acá a Edgardo Perafán, Juan Carlos Valdez, Gustavo Cardozo, y a «Juani» Segovia, entre otros.

La lectura siempre me potencia la expresión de mis crónicas, mis pensamientos, emociones y sentimientos, fertiliza mi lenguaje artístico a través de nuevas ideas y tonos. Yo, a nivel nacional, era fanático de Cherquis Bialo, de Juan de Biase, Julio Ernesto Vila, Carlos Losauro, Juvenal, Osvaldo Principi, Horacio García Blanco, Claudio Mauri, Daniel Arcucci, Walter Vargas, y Ezequiel Fernández Moore (Que libro «Díganme Ringo», la vida y obra de Oscar Natalio Bonavena, por favor), entre otros.

Para mí, una lectura se me aloja en el corazón, cuando reflejan las emociones del autor ante la contemplación de una realidad: amor, pena, pasión. soledad, miedo, drama, fracaso, alegría, angustia, desamparo, nostalgia…

Luego, cuando me fui a Buenos Aires a estudiar Periodismo Deportivo, llego el primer diario deportivo, Olé, chabacano, popular y original. Me gustaba, pero estaba ya muy acostumbrado a otras características. Y leía la revista Ring Side Magazine de don Carlos Irusta.

En un tiempo, cuando me volqué a la gastronomía, leía todos los libros de Francis Mallmann, «El Gato» Dumas, «Doly» Irigoyen, Antonhy Bourduain, y las revista El Gourmet. Recetas, e historias fuertes de cocineros. Siempre encerrados, blancos, ocupados, estresados, y algo enviciados.

Hoy leo, básicamente, en versión digital, La Nación, la revista The Ring Magazine, Surfing Magazine, Planeta Triatlón, libros de boxeo, libros de poemas, libros de deportes, y cuentos deportivos. Por mi nueva profesión, leo psicología y psiquiatría, para estar mejor formado en mis charlas sobre Consumos Problemáticos.

Y, Dios me tenga de la mano el día del juicio final, subrayo con lápiz o birome las frases más importantes, anoto las ingeniosas metáforas, conceptos, chistes, como para luego ser puestos en otro contexto, y diferenciarme del resto. Y que mi escritura resulte entretenida. Porque la forma de lo que se dice o escribe es tan importante como el contenido.

La lectura me mantiene informado, aprendiendo, concentrado, cultiva mi imaginación, hace que me surjan ideas, imaginaciones, y mejora mi estética como cronista. Debido a que, como decía Borges: «Uno es más por lo que lee, que por lo que escribe».

Y leer me permite viajar, conectar y ver el partido, la carrera o la pelea. Uno muchas veces no mira, solo lee y cree. Tanto es así que tuve ídolos que nunca vi en mi vida, ya que el deporte de chico me llegaba en un gran porcentaje por unas fotos, y sobre todo letras y palabras armoniosamente mezcladas.

Nunca voy a dejar de leer, es un hábito, fenomenal. que me brinda conocimientos, mejora mi comprensión lectora, ayuda a mi redacción y ortografía, me amplía el vocabulario, me abre mundos nuevos que antes no conocía, me abre paso a mi imaginación… Y leer, para mí, es también poder vivir una vidas que nunca viviré.

LA LEY DEL DEPORTE 

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