La Ley del Deporte

FEDERICO "EL LOBO" MULLER

LA HISTORIA DE NUESTRO PERIODISMO DEPORTIVO EN LA RADIO SEGÚN «LA LEY DEL DEPORTE»

El 27 de agosto del 2020 la radiofonía argentina y mundial cumplió 100 años de vida. Las transmisiones de radio casi que son un invento argentino. Antes existieron, pero de un locutor a un barco, también en la guerra, o se reproducía una canción. Pero acá se transmitió un recital en vivo y en directo. Producto de una genialidad de un grupo de pioneros conocidos en la historia como «Los Locos de la Azotea». Salieron en vivo y en directo desde los techos del Coliseo Argentino de Buenos Aires.

Nacía la gran pasión argentina por esta «Fábrica de Sueños». Para muchos inmigrantes que se bajaban de los barcos llegados de Europa era su primer contacto con el idioma español. Hablaban italiano, alemán, árabe, ruso, francés, pero no hablaban ni lenguas nativas ni el castellano. Así que aprendieron mucho de la radio.

En la década del 20 ya empezaron las transmisiones y los relatos del deporte en vivo y en directo. El deporte se metió enseguida por esas olas invisibles y gigantes que atravesaban las fronteras y se metían en las casas. Y que llenaban las cabezas de conocimientos, emociones, fantasías y todo tipo de sueños. Los relatores aprovechaban la excusa de los partidos, las carreras y las contiendas para llenar de pasión y dramatismo los oídos de los hinchas.

El 14 de septiembre de 1923, a las 21:56 de la noche de un viernes eterno, arranca la gran historia del deporte y la Radio en nuestro país. A esa hora comenzó la transmisión del título mundial Pesado entre el argentino Luis «El Toro Salvaje de las Pampas» Firpo y el campeón mundial Jack «El Destripador» Dempsey. La transmisión fue telegráfica hasta Transradio Internacional, luego retransmitida a los estudios de Radio Sudamericana, y esta hizo de puente con Radio Cultura, desde donde salió relatada al aire. No fue en vivo, casi en vivo, tuvo la demora de aquel viejo sistema de comunicación. Pero esa sensación de inmediatez lo cambiaría todo. Ese no solo fue el primer relato transmitido por el boxeo argentino, sino que fue el primer relato del deporte argentino. Cualquiera fuera la especialidad. Ese día arrancó la maravillosa cabalgata deportiva. Nacía el deporte en la radio. Y el boxeo, el deporte que más medallas olímpicas y campeonatos mundiales le regaló a la Argentina, metió el campanazo inicial.

La primera narración de un partido de futbol fue un jueves 2 de octubre de 1924. Ese día Argentina le gano 2 a 1 a Uruguay. El periodista fue Atilio Casime, y su técnico y soporte fue Horacio Martínez Seeber. Llegaban con ruidos molestos, pero por lo menos llegaban. Se transmitía en una radio a Galena. Como no había altoparlantes o amplificadores, había que ponerse sí o sí auriculares.

Luego fue La Nación la precursora de las transmisiones deportivas radiales. Mandaban la info a Radio Cultura telegráficamente, y desde esta salía al aire. El primer gran locutor se llamó Federico Domínguez. Luego empezó a hacerle la competencia Radio Sudamericana y Radio Argentina. Hasta ese entonces, fundamentalmente en el interior del país, el único medio para informarte eran los periódicos de papel. Aparte del circo, el teatro, el cine mudo y el tango, nacía otro entretenimiento para los argentinos. 

Luego el relator más oído y el más ocurrente fue «Tito» Martínez Delbox. A él se le atribuye el primer relato íntegro de un partido de futbol. Estuvo más de medio siglo trabajando en la Radio. Fue «La Voz del Deporte». Una leyenda de los micrófonos. «Tito» también relataba boxeo. El famoso pugilista Justo Suárez, quien llenaba la vieja cancha de River en Avenida del Libertador y Tagle, «los hacía» subirse a las azoteas y a los árboles. Y se relataba desde donde se podía y como se podía. Muchas veces se «conjeturaba», pero no siempre se lograba salir al aire. Pero las ganas y la pasión eran más grandes que los miedos y la frustración. 

Otro de los periodistas deportivos más populares y taquilleros fue Alfredo Aróstegui. Famoso en todo el país. Estuvo cuarenta años en primera línea. Un prócer del periodismo deportivo. Salto a la fama en los Juegos olímpicos de Ámsterdam 1928. «El Relator Olímpico» era culto, funcionario del poder judicial, y maestro de Locutores. Uno de sus relatos más emocionantes, y que La Ley del Deporte invita a todos a escuchar, es la consagración de Delfo Cabrera en Wembley sobre el final. Se llevó la Medalla de Oro en la Maratón de los Juegos Olímpicos Londres 1948, ante una multitud de ingleses que quedaron «de cara», mientras se definía una carrera de horas en los últimos metros.

También se destacó Roque Silliti. Un poco más fantasioso e imaginativo. Roque era más «chapucero». Inventaba sobre la marcha. Otros fueron Horacio Desio y Ricardo «Borocotó» Lorenzo quienes arrancaron en la década del 30 con la radio. Eran unos genios de mirar, construir mentalmente la situación, y hablar. O de imaginar, pensar y hablar. Radio Cultura, Radio Buenos Aires, Radio Splendid, y la querida Radio Rivadavia «picaron en punta».

Pero el más grande de todos los de la primer camada, fue Joaquín «Fioravanti» Serantes. «Fioravanti» arranca en la década del 40. Como uno de los mejores relatores de boxeo y de futbol del mundo hispanoparlante. Era un uruguayo por casualidad y santafesino de corazón. «Fiora», «La Voz de Oro», o simplemente «El Maestro» Fioravanti, fue el del relato inolvidable del gol de «El Chango» Cárdenas contra el Celtic en la final de la Copa Intercontinental que consagró a Racing en Montevideo en el año 1967. También los invito a que lo escuchen. Son obras de arte de la historia de la radiofonía argentina. Están en el museo de los grandes relatos. Como el ko de Monzón a Benvenuti narrado por Santos Nicolini, o el gol de Diego a los ingleses relatado por Víctor Hugo Morales, y tantas otras hazañas más.

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A la sobria formalidad y ajuste académico de Fioravanti le apareció el carismático «Lalo» Pelliciari. Pelliciari fue el primero en arengar a los jugadores, hacer chistes con la tribuna, e inventar situaciones que se le hicieron imposibles de mirar. Pelliciari era desprejuiciado, informal, pero nunca chabacano, ni vulgar. Debuta en el futbol grande de la Argentina en 1932. Su relato más difícil de olvidar fue un gol del goleador Grillo contra los ingleses en el año 1953. Pelliciari y Fioravanti fueron los mejores, con estilos contrapuestos, de la primera mitad del Siglo 20.

En automovilismo surge Luis Elías «El Inventor del Automovilismo Deportivo» Sojit. Más de cincuenta años en las transmisiones de automovilismo. Debuto en el futbol en 1932, era capaz de decir más de 200 palabras por minuto, un loro, inventor del legendario ciclo «Coche A La Vista». Tenía dos hermanos periodistas llamados «Córner» Sojit y «Míster» Sojit. En su época empezaron los aviones que perseguían a los autos con los techos pintados para ser distinguidos en los relatos. Las anécdotas de esas epopeyas en tierras hostiles y remotas no entrarían en el marco de esta nota… También transmitía futbol con José López Pájaro. Y luego con el hijo, un tal Julio Ricardo.

En el grupo de Sojit arrancó, en el futbol argentino del año 1947, «El relator de América»: José María «El Gordo» Muñoz. Aún flaco y súper joven. Quien luego regaló el notable relato del triunfo de Capozzo y Guerrero en el Doble Par Sin Timonel desde Helsinki, en los Juegos Olímpicos de Finlandia 1952. Se lo puede escuchar en las redes sociales. «El Gordo» fue la voz del deporte desde 1947 hasta 1992. Su dupla más famosa fue con Enzo Ardigó. Todas las radios «clavadas» en Radio Rivadavia y su voz y su pasión son inconfundibles para toda persona adulta argentina que se precie de ser amante del deporte. Jorge «Cacho» Fontana, su locutor comercial en los primeros tiempos, llegó a decir que “Muñoz es al periodismo deportivo y a la radio, lo que Troilo es al tango”.

En el «mundo fierrero» luego llegarían Oscar Cañete Blanco, Andrés Rouco, Isidoro Longhi, Carlos Legnani, «El Tano» Passini. Otro, Eduardo Lezner, que desarrollo su actividad periodística por más de 50 años. Su programa radial, AutoRadio Sport, marco una época en el periodismo deportivo argentino. Y tantos otros que tenían la virtud de mirar, pensar y hablar instantáneamente. Y nos hacían imaginar la carrera, muchas veces más emotiva de lo que realmente era.

La audición de «La Oral Deportiva» arrancó en 1933 y sigue viva. Con el subtítulo de «José María Muñoz». También tuvieron el privilegio de laburar con él los Campagnale, Luis Sandrini, los Sojit, «Lalo» Peliciari, Bernardino Veiga, Ulises Barrera, Washington Rivera, Néstor Ibarra, Dante Zavatarelli, Santos Nicolini, Juan Carlos Morales, Horacio García Blanco, Osvaldo Cafarelli, Walter Nelson y Enrique Macaya Márquez. Hasta «un tal» Marcelo Hugo Tinelli… Y muchísimos más, que lamentablemente por una cuestión de espacio y conocimientos, dejamos afuera.

Acá en Concordia primero se escuchaba a Pinola, a Zárate, a Carlos Balada, y a Porchetto, después a Héctor Heraldo «El Huevo» Bradanini. Un verdadero prócer del periodismo deportivo radial. «El Huevo» salía en todos lados. El número uno por décadas. En LT15 «La Radio Del Litoral». Siempre con un técnico como Abraham «Gonzalito» González aportando desde el anonimato. Se salía por más que en el cielo «choquen cometas». Tambien surge la figura de Manolo Nuñez, otro tecnico reconocido de radio. Hacían unos enlaces de locura. Desde la carencia una virtud. La de solucionar con técnica e ingenio las dificultades que había propias de aquella época.

Héctor Oscar «El Petizo» Noblega, Ángel Leoncio Cardozo, «El Verga» Arispe, Emilio y Jorge Scarinci, tantas voces que nos acompañaron e hicieron tiritar de emoción. Había menos comunicadores, por ende debían haber estudiado y ser los mejores. Había más conpromiso con la palabra. Hoy cualquiera le habla a la popu y sin «hacer la tarea del hogar». Se preparaba hasta el mínimo detalle de las transmisiones. Las nuevas conexiones con los otros estadios, la información al instante, los contactos nacionales e internacionales. Se creaba y se le metía mucha pasión. Pocas radios y pocas horas. Así que todo el mundo prendido. Por eso adquiría todo mucha más fuerza.

Cuando en el Luna Park se recaudaba más con el boxeo que con el «Holiday On Ice» o que con «El Circo de Moscú», hubo inolvidables relatores: la voz nasal de Osvaldo Cafarelli. El que decía antes de que todo arranque: «Suben los cortinados». Frases célebres que quedaron en la gente: «La pelea es a hierro corto», o «Los gladiadores no se dan tregua». Dupla por casi veinte años del gordo Horacio García Blanco. Allí estuvo, su yerno, el gran Walter Nelson en camarines.

La gente prendía la radio y ponía programas populares como «Noche de Cuadriláteros» por Radio Argentina, «Entre Las Sogas» por Radio Splendid liderado por el pampeano Ricardo Arias, «Bajo las Luces del Ring» de Radio Belgrano, con Bernardino Veiga, Ulises Barrera y Julio Ernesto Vila. El relato más resonante fue de Santos Nicolini, y que dio la vuelta al mundo, el KO de Monzón a Benvenuti y esa cuenta llorosa, con Benvenuti en la lona y el grito pelado y crudo de «Monzón Campeón del Mundo». Que aún hoy, a cincuenta años de aquella epopeya, nos hace emocionar a todos. Se la puede escuchar obviamente. Mención especial para «Córner» Sojit, Osvaldo Principi y su «Tango Libro Boxing Club», Raúl Fierrito, Edgardo Gilabert, Enrique Martín, Horacio García Blanco, y Ernesto Cherquis Bialo, entre tantos ídolos de La Ley del Deporte y de la afición.

Hoy en Concordia hablan o han hablado sobre deportes, micrófono en mano, gurises o no tan gurises como Jorge Brilla, Antonio Bachman, «El Topo» Di Gaetano, Federico Gularte, Mauricio «El Mota» Medina, Alejandro «El Guyi» Dezuliani, «El Tota» Ferrari, «Nico» Angarola, Alejandro «El Buitre» Giano, «Gustavito» Cardozo, Edgardo Perafán, Mariano Novelli, «El Mudo» Palmerola, Sebastián Bonnelli, y «El Tito» Merini, entre otros. Hoy, los que más están andando, son los de «Código 3200», que le meten tremendo esmero.

Hay que decir que no es «changa» relatar o comentar una carrera, una pelea, o un juego y con la velocidad de los acontecimientos, para poder seguirlos con la voz. Voces bien colocadas, palabras certeras, silencios imprescindibles, y el tono que motive. Es difícil estar dándole a la parla, no errarle a los nombres, describir el presente «académicamente», cuando la mayoría de las cosas pasan raudamente.

Estos tipos son capaces de sobresaltarnos con una pequeña inflexión en la voz. El dramatismo de su tono puede ser el prólogo a la alegría, el llanto irremediable o incluso una discusión acalorada. Casi como un interruptor emocional, las palabras son motivo de corazones aplastados, o de un fin de semana «soleado».

Hace algún tiempo, de la pluma de Alejandro Dolina nació el cuento Relatores, su personaje es un relator, Héctor Bandarelli, que pasó a la historia del barrio de Flores por transmitir partidos… pero inventados por él. Sobre el final, el narrador aconseja: “Los relatores de hoy tienen la posibilidad de seguir al maestro Bandarelli e intentar la ficción y la fantasía en sus narraciones. ¿Por qué depender de la actuación, muchas veces mediocre, de los futbolistas? ¿Por qué no crear con la voz jugadas más perfectas? ¿Por qué no dar nacimiento a deportistas nobles, diestros y mágicos que nos emocionen más que los reales?”

Hoy, homenaje a aquellos héroes de la comunicación radial. A la radio se le auguró la muerte muchas veces, con el avance de otras tecnologías, pero sigue acompañando y relatando. Es una gran amiga, arraigada en la cultura argentina, y por eso sigue dando color y calor a nuestras rutinas.

LA LEY DEL DEPORTE

 

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