La Ley del Deporte

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TENISTA AZUL PEDEMONTI EN «LA LEY DEL DEPORTE» (6/6/21)

El tenis femenino argentino siempre tuvo que sobrevivir haciéndole frente a las sequías, a los diluvios, vientos y heladas. Sin embargo, cada tanto se las ingenia para que florezca alguna nueva jugadora. Hay mucha historia, desde la aparición de Mary Teran de Weiss, pasando por Norma Baylon, Raquel Giscafre, Claudia Casabianca, Florencia Labat, Mercedes Paz, y, obviamente, Gabriela Sabatini.

Pese a los obstáculos económicos, la distancia con los centros más desarrollados, las limitaciones de infraestructura, y la falta de campeonatos internacionales en el país, el tenis femenino la rema y se reinventa con estandartes inoxidables: cultura deportiva, rica materia prima, creatividad, sacrificio, y mucha pasión.

La invitada de hoy se destacó a pura potencia y determinación, sumadas a un técnica muy formada. Ha sido campeona nacional y sudamericana. E integrante del equipo nacional Argentino sub 16 en Río de Janeiro 2016, Brasil. Y nos representó en el mundial juvenil de Budapest, Hungría, de ese mismo año.

Luego casi deja, pero se metió en boxes, se reinventó, y retomo. Se fue a los Estados Unidos a estudiar y jugar. Más precisamente a la gigantesca Houston, Texas, donde recibe una beca completa para jugar y estudiar en una Universidad impagable, para ella sin el deporte. Acaba de ser declarada como la jugadora más destacada. Y va haciéndose camino al andar…

Está en Concordia de vacaciones y la tenemos como invitada de hoy. Un ejemplo de superación y creatividad para darle «alas» a sus sueños y no dejarse vencer por los obstáculos. Papel y birome en mano, para ver como a través del deporte se puede estudiar, trabajar, conocer otros «vivires y decires», y soñar siempre con un futuro cada día más luminoso. Bienvenida tenista y estudiante de Concordia Azul Pedemonti a «La Ley Del Deporte»:

«Hola, Fede como estás. Es un placer estar acá y muy halagada por tu invitación. Nací en Concordia. Vivo cerca de la entrada, a cuatro cuadras del cementerio viejo, en el barrio Cabo Sendrós. Bien de barrio. Tengo una hermana menor de 16 años que se llama Tamara, mi mamá Sonia y mi papá Ariel. Ellos tienen un negocio de ropas llamado Blue Shop, para hombres y mujeres, en la peatonal. Ahora mi papá se abrió una panadería que se llama Don Pan. Cambió de rubro, se fue al otro extremo por una necesidad. Y demostró gran poder de adaptación. Paso de la ropa a la comida, que es «nada que ver», ja, ja, ja».

«Comencé de chiquita a jugar al tenis con mi papá en el Libertad. Con el iba todos los domingos a pelotear. Había tres canchitas. Empece a tomar clases a los seis años con Pedro Maciel. Iba, por decirte, al primer nivel, luego me quedaba a la otra clase, y cuando se iban yo seguía hasta la otra. No me podían sacar».

«Luego sigo con su hijo Juan Pablo Maciel, cuando vuelve de Nueva Zelanda. A los diez años me proponen jugar un campeonato y arranque. Entrenaba con varones, jugaba contra ellos. Mejoré mucho en esos inter clubes, los entrerrianos, luego ya comienzo ganando nacionales… Después, los últimos años con Juan Pablo, los hicimos en el club Concordia Tenis».

«Las giras las pagaba la Asociación Argentina de Tenis. Yo siempre buscaba sponsors, golpeaba puertas para poder seguir. Sabía que «el no ya lo tenía». Así que iba, me presentaba, le contaba que hacia y necesitaba. No me detenía. Buscaba acá y afuera. Uno va por su sueño y busca hasta el último recurso para lograrlo. Siempre fui muy social, de hablar mucho, cero introvertida, la radio me encanta, como podés ver… ja, ja, ja».

«A nivel nacional gane campeonatos, también un sudamericano. Hasta los dieciséis años… bien. Cuando jugué un mundial y me fui de gira a Europa, me asuste porque me di cuenta de que estaba lejos de la elite. Me faltaba mucho, fundamentalmente competencia, y no la podía tener acá en la Argentina. Mis viejos estaban haciendo un gran sacrificio, dejaban cosas de lado por mi carrera… me sentía re mal, y me autoestresé mucho. Me agoté mentalmente, finalmente deje la competencia porque no me sentía bien dentro de una cancha».

«Retome en el Victoria a los diecisiete casi como una «ex jugadora». Sin buscar nada ni tener expectativas. Fui a pelotear de a poco. Necesitaba enfriar antes de no querer tocar más una raqueta. Con mucha ayuda psicológica hice la comparación de como me sentía cuando jugaba y como estaba en ese momento. Fue un proceso difícil. ¡Estaba peor, no tenía metas, objetivos, desafíos, y los torneos, que el deporte siempre otorga! Estaba como perdida sin mi gran pasión y muy desentusiasmada».

«Encima me dejaron libre en la escuela cuando no me ayudaron con mis faltas, no me ampararon y perdí un año. Estudie un año y medio inglés para poder ingresar en la facultad y termine el colegio «On Line» en el Ejército Argentino. No encajaba en la «vida normal», por así decirlo. Me sentía en la nada. Faltaba «ese motor» que le dé vitalidad y entusiasmo a mi vida. Había que volver, recargada, pero recurriendo a otros caminos…».

«Cuando indague como era eso de las Universidades nadie me dijo que no estaba buenísimo. Todos decían que estaba bárbaro. Escribí, pregunte que necesitaba para que me acepten, y así emprendimos este proyecto». Hice el examen de Inglés y pase con una nota bastante baja pero suficiente para mi universidad. Feliz. Al principio no entendía cuando me hablaban, pero hay Guías y Asistentes de Guías que te ayudan en lo que necesites. En el equipo de tenis somos ocho… una es de Bélgica, otra de Serbia, la otra de Australia, así… ninguna habla español, y eso ayuda a agudizar el oído y a mejorar el nuevo idioma».

«La Universidad es gigante, viven alrededor de cincuenta mil personas. Vivo en departamentos adentro con otras jugadoras que hacen lo mismo que yo. Por ahí me toca gimnasio a primera hora y dos clases después, y entrenamiento de tarde. Eso esta diagramado acorde con los exámenes, torneos, viajes, está todo en el campus y «a mano». Casi no necesitamos salir a la ciudad».

«Cuando vino la Pandemia fue muy duro, como para todos. Estábamos en Miami por jugar un torneo y nos dijeron que no abramos los bolsos que se suspendía todo y teníamos que volver a hacer cuarentena. Estuvimos encerradas en los departamentos, no conseguíamos vuelos, fue una odisea, encima otra vez cuarentena acá, cuando volví. Estuve como un mes y medio encerrada. Se paró todo, se evacuó la universidad, se pararon los torneos, las clases «On Line». Nadie estaba preparado para todo esto».

«Actualmente, entreno con Martín Labella que es un muy buen entrenador y persona, en el Victoria Park, cuando vengo a Concordia. Con ellos se me despertaron las ganas, fue un proceso difícil, me ayudaron un montón. Necesitaba y me dieron herramientas que no conocía, que tampoco no me las estaban ofreciendo. Y con mi familia que es incondicional».

«La primera opción de los tenistas hoy es ir a las Universidades. Antes que el profesionalismo. Porque jugás con todos los elementos, tenés un gran equipo de trabajo, competencias muy buenas, y encima estudias una carrera universitaria, nada menos que en los Estados Unidos. Si bien todo requiere de sacrificio y disciplina… lo que te brinda es espectacular. Vivís como en una película».

«Si me quedaba acá me tenía que poner a estudiar o trabajar y el tenis hubiese sido imposible. Mis amigas me dicen que acá estudian todo el día. Podés conseguir que te apoyen una gira anual por Europa, quizás dos… En mi Universidad está todo el combo completo y preparado para hacer que puedas continuar».

«Ahora estoy jugando mucho mejor, más fuerte de cabeza. Mejorando en canchas rápidas y contra buen nivel de oposición. Soy ofensiva, voy para adelante. Técnicamente estoy bien formada. Salvo el revés que fue un problema alguna vez y la velocidad de piernas. Tomo como referencia las últimas giras universitarias y estuvimos ahí nomás, cerca. Jugando todo el tiempo contra ese nivel, es como elevas el tuyo. Chocando con jugadoras que te pongan en una situación defensiva, y conviviendo con esa presión. Uno va aprendiendo a jugar en ese nivel».

«Estudio Marketing y me va bien. Hoy el tenis es mi trabajo, pero todo este sacrificio de estar lejos de mi cultura, mi familia, de mi ciudad, me da frutos y satisfacciones. Y esa alegría no me la brinda salir de joda ¡y eso que a mí me encanta! El bienestar de hacer deportes y todo lo que cosechas es muy superior a cualquier cosa que yo haya conocido en, digamos, «la vida normal».

«Mi objetivo es insertarme algún día como profesional. Hoy debutan después de la Universidad, a los 23 años. Voy a tratar de aprovechar que estoy allá para hacer algún contacto y firmar un contrato. Que es lo más difícil, como están las cosas ahora. Pero lo voy a intentar, sin dudas. ¡Gracias a vos por la invitación, Fede, la pase genial! Ja, ja, ja».

Ella es la punta de lanza de una generación de tenistas concordienses que empuja, que ilusiona. Ojalá que el éxito de ella, sea el combustible de otras. Ya hizo ruido como una jugadora destacada, con grandes condiciones, fuerte, potente, que busca desbordar al rival. Es humilde y salió del barrio.

Azul se las arreglo para vivir sus sueños, no soñarlos. No se quedó en la queja y esperando que le resuelvan todo. Su proyecto y su ejecución la estimulan, la energizan, le infunden esperanzas, y le dan trascendencia a su vida. Y encima esos sueños se les pueden cumplir. Otros, muchos, gracias al deporte, ya los vivió…

Existe un efecto contagio entre las gurisas, que las moviliza, inclusive, en un escenario muy desfavorable. Existe un impulso entre las jugadores jóvenes, porque si Azul pudo, pueden pensar: «Si ella pudo, yo puedo». Por eso es una referente sana y positiva para las nuevas generaciones de chicas de nuestra ciudad. Y por eso está hoy acá, en «La Ley del Deporte».

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