La Ley del Deporte

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¿QUIÉN FUE ALBERTO «EL NEGRO» LOVELL? POR LA LEY DEL BOXEO

Santiago Alberto “El Negro” Lovell (76-8, 48 KO), más conocido como Alberto Lovell, fue un impresionante boxeador que nació un 23 de abril de 1912 en el popular y populoso barrio Dock Sud (“El Doke”), del partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Y que murió un 17 de marzo de 1966 con solo 53 años de edad. Hoy seria recién un adulto…

En los año 20, este negro que era descendiente de una familia robada del África, y traída hasta América para que sean esclavos, fue canillita, estibador, cocinero y jugador de futbol en el Club Sportivo Dock Sud. Jugaban en patas cerca de «El Riachuelo» de Buenos Aires. Una zona históricamente de clase baja o media baja. Llena de inmigrante de todos lados. Era atlético, de movimientos felinos, y de una actitud de “mirar y esperar” como Numero 9. Luego arrancaba como una pantera negra hacia «la de cuero». Era impresionantemente rápido y potente. Una zancada casi incontenible… Un atleta que sabía mover el cuerpo.

Pero en el boxeo era más bueno aún. Fuerte, ágil, intimidante, y temperamental… Así que participo y gano en el Teatro Nuevo de la avenida Corrientes el Campeonato Preolímpico de la máxima categoría. Y así logró el pasaporte para la mayor cita del deporte mundial: los Juegos Olímpicos Los Ángeles 1932. Era alto, tenía esquive agachándose hasta “casi cabecear la lona”, pegaba fuerte y desde lugares lejanos. Era pillo en la larga y en la corta distancia.

El mundo casi ni lo recuerda (en Argentina muy raras veces) por haber conseguido la Medalla de Oro nada menos que en la categoría Pesados, la división más glamorosa de todas. Y en los remotos Juegos Olímpicos Los Ángeles 1932. Antes, ir hasta Los Ángeles era casi una odisea. Con solo 20 años le gana en la 1° ronda al finlandés Barlund, luego derrota en semifinales al canadiense Maughan por KO, y en la gran final destruye al italiano Luigi Rovati también por la vía rápida. Fue, vio como era la mano, y venció a todos… ¡»El Negro» Lovell Campeón Olímpico!

En el barco de vuelta hasta nuestro país se pelea con un oficial de mando por la comida que estaba fea y en mal estado. Se dice que se “arma la gorda” y se pelearon varios. Volvió encerrado y con custodia policial. Y en vez de ser recibido por una multitud, por ser uno de los pocos héroes olímpicos de la historia del deporte argentino, terminó llendo derecho al calabozo. Marche preso «mi negro». Triste y solitario final…

Alberto Lovell debuta como profesional un 20 de enero de 1934 perdiendo por KOT contra Eduardo Primo en el mítico estadio Luna Park de Capital Federal. Luego se desquito ganándole cuatro veces. La última por KO. Se cansó de «vengársele». Después asciende en el ranking argentino ganándole a boxeadores top de nuestro país. Y “zonas aledañas”. Mete diez y ocho victorias consecutivas (ocho de estas fueron en Estados Unidos frente a muy buena oposición). Hasta llegar a pelear y ganar en “La Meca del Boxeo Mundial»: El Madison Square Garden de New York.

Una noche de verano de 1936, en pleno ascenso y tratando de recuperar su mejor forma y toda su confianza, le gana aquí en Concordia a Gino Calabressi por KO. Se cuenta de él que podía ganar con diferentes variedades de estilos, y su concentración era plena. Ojos bien abiertos y siempre relajado hasta bajo presión. El 29 de diciembre de 1937, con un “importante tornillo” en «La Gran Ciudad», pierde por puntos frente a su «archi rival» Barlund, en el Hippodrome de New York. Y se le corta la cadena de victorias en el más alto nivel. Pero lejos estuvo de estar acabado como boxeador. Siguió brillando por estas latitudes, y también anduvo muy bien en Europa.

El 19 de noviembre de 1938, este muchacho afro argentino, se consagra campeón argentino y sudamericano Pesado, ganándole por puntos en 12 rounds a Valentín Campolo. Entre sus más notables victorias se encuentran las de Red Burman y una frente al ex campeón mundial Semi Pesado Maxie Rosenbloom. En los Estados Unidos gano siete peleas y solo perdió una. Pero ya nadie lo nombra… Pero La Ley del Boxeo si:  Lovell es argentino e ingresó en nuestro humilde «Salón de la Fama de La Ley del Boxeo».

También eran famosos y feroces sus clásicos con Mauro Godoy, otro ilustre boxeador de los Pesados sudamericanos. Eran tiempos de super clásicos. «El Negro» Lovell peleo ocho veces y le gano por KO de todas las formas “habidas y por haber” a Américo Capitanelli. Se “canso” de revolcarlo por el tapiz. A “El Negro” lo retiró uno de los mejores boxeadores de toda la historia, sea del peso que sea: “un tal” Archie Moore. Ese evento fue un 7 de julio de 1951, en el Luna Park de Corrientes y Bouchard. Ya estaba viejo y gastadito… Re de vuelta.

En 1953 la centenaria Federación Argentina de Boxeo le quita el titulo de campeón argentino Pesado por no defender nunca su título. Andaba en otra. Despojado por inactividad, termino menospreciado y olvidado por el gran publico. Hoy en dia casi nadie se acuerda ni homenajea a Alberto «El Negro» Lovell. Los periodistas deportivos ni siquiera saben quien es. Su nombre no tiene trascendencia en la “galería de los grandes” boxeadores de los pesos Pesados argentinos. Siempre se dice, y con justa razón, que “la plata no alcanza”, pero una medalla de oro en boxeo en la máxima categoría de todas, es más que suficiente legado como boxeador. Eso debería alcanzar. Encima campeón argentino y sudamericano Pesado. En Brasil se dice que «si la mierda valiera guita, los negros nacerían sin culos».

Era argentino, nacido y curtido a orillas del riachuelo de la provincia de Buenos Aires, y que se destacó y mucho acá en la Argentina, en Sudamerica, y en el norte del mundo (en ambos lados del océano). Esta en ese oscuro lugar donde habita el olvido. Es un campeón olvidado. Tuvo la mala suerte de haber nacido en las periferias del sur del mundo. Ultima escala hacia la helada Antártida. Y ser de la casi desaparecida colonia afro argentina. Que es casi como ser una «mosca blanca» por estos lados.

Dicen que un viejo y famoso escritor uruguayo, quien estaba agonizando tirado sobre su cama “en la sala de espera de Dios” tras una pirámide de colillas de cigarrillo, le suspiró a su discípulo: “Joven, si Beethoven fuera de Tacuarembó… Como máximo habría terminado como Director de Orquesta del pueblo”.

LA LEY DEL BOXEO (MARTES 2O HS RADIO MATRIX CONTINENTAL 94.9).

 

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