La Ley del Deporte

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¿QUIÉN ES BRIAN «EL BOXI» CASTAÑO? POR LA LEY DEL BOXEO (29/4/22)

Brian Carlos Castaño nació un 12 de septiembre en Isidro Casanova, partido de La Matanza. Jugaba al futbol y ha sido siempre hincha de Almirante Brown. En su casa se respiró futbol, pero sobre todo boxeo. Su viejo y entrenador, Carlos, ha sido boxeador profesional, y su hermano Alan es actualmente un pugilista rentado, además de su compañero de entrenamientos.

Con solo 1,70 cm, es bajo, potoco tipo patova, pero pega desde todos los lados sin pausa, es un tanque en la categoría de los Semi Medianos o Super Welter o Mediano Júniors (70 kg/154 libras). 

A «El Boxi» le toca presionar, meterse en la corta distancia y descargar sus bombazos. Va buscando ángulos para «ajarte». Y de una gran defensa, sobre todo en bloqueos. Va fuerte y jugado en los cruces. La gente lo quiere y mucho a este guapo de barrio del conurbano de Buenos Aires, con mucho «perfume de guapo».

Como aficionado perteneció al equipo argentino Los Cóndores, donde se destacó por su gran récord y sus victorias sobre Sergey Derevyachenko y Errol Spence Jr. Compiló un total de 185 peleas, de las cuales solo 5 fueron derrotas, y otras 5 empates.

Para el año 2012 decidió convertirse en profesional. Luego de una serie de victorias internacionales, a finales del 2016, se consagró campeón interino AMB cuando noqueó al puertorriqueño Emanuel «El Pirata» De Jesús, ante una multitud de fanáticos en La Matanza.

Castaño logró tirar a De Jesús. Pero en el inicio del segundo, el puertorriqueño conectó una derecha a la barbilla, y le propinó su primera caída. Regresó al combate inmediatamente hasta que la contienda llegó a su final en el sexto, cuando el matancero conectó una derecha al boricua, quien no se levantó más. ​

Estuvo por el suelo, sentido, aunque se levantó y ganó por KO 6… Las dudas empezaron a escucharse. ¿Era verdaderamente la gran promesa del viejo y glorioso boxeo argentino?

Tuvo una lipotimia y una deshidratación severa. Pensaba que se iba a morir. Le detectaron una arritmia, luego le agarraron ataques de pánico, y suponía que se estaba por morir… ¿Este podía ser el nuevo hombre del boxeo argentino?

Supero sus problemas con métodos de concentración para dejar de hacerse la cabeza, de huir de sus sentimientos, sensaciones y pensamientos para enfocarse con atención plena en lo que le sucedía. Fue encontrando la paz con esta meditación y la contención familiar. ¿Pero tenía «la madera» para llegar?

Ese año respondió a las dudas con un triunfo ante el francés Michelle Soro, de visitante, poniendo «los huevos» sobre la mesa, yendo para adelante, y haciéndose «amo y señor» del cuadrilátero.

Distribuyo el castigo por todos lados y en abundancia. Una actuación para todos los tiempos. Inolvidable. El fallo dividido y la demora de las tarjetas fue un mamarracho. ¿Qué más querían que haga para dársela en forma unánime? ¿Qué lo mate y lo entierre en el jardín?

Posteriormente, se enfrentó al francés Cedric Vitu. Otra vez de visitante, bajo la temida «Ley del Local y Visitante», que en la historia del boxeo es algo así como «hacer malabares con granadas».

El rival subió tratando de intimidar, era el local, había una multitud hinchando por él, con 32 años estaba en frente a su gran y última oportunidad. De manera que se presentó en su mejor versión para una batalla que seguramente no querrá volver a recordar.

Con su estilo agresivo, y pegando con las dos manos le demolió su aura» y su espíritu, metiéndole presión y velocidad. Lo fue demoliendo vuelta a vuelta. Cedric casi se inmoló ante su gente. Estuvo preparado para morir lisa y llanamente. El árbitro término con el sacrificio humano, recién faltando segundos para el final. El francés recibió el castigo que ni el mismo, en sus peores pesadillas, sospechaba que iba a soportar.

Luego fue por más cuando enfrento y empato con el cubano Erislandy «El Sueño Americano» Lara en el majestuoso Barclays Center de Brooklyn, New York.

El caribeño era el favorito, quien tuvo el título mundial de peso Mediano Juniors durante cuatro años. Un ex amateur destacado de la selección nacional cubana y había perdido en fallo polémico frente a Saúl «El Canelo» Álvarez. Zurdo, aguantador, pegaba fuerte, del clásico boxeo cubano. Empataron en gran pelea. Los doce rounds, que fueron peleados y violentos. En una tensa «batalla campal».

El hombre de la historia de hoy se brindó, fue para adelante, y metió más y mejores manos. En una vuelta pareja siempre hay que preguntarse quien volvió más «averiado» al rincón. Era Lara, con su ojo cada vez más hinchado y su cara seria «como perro en bote», quien la estaba pasando mal.

Después volvió en Oxon Hills, Maryland, cerca de Washington, la capital de los Estados Unidos. Su rival era el nigeriano Wale «El Suertudo» Omotoso. Lo castigo, lastimó y saco en cinco rondas. Omotoso no quería saber más nada con la vida.

Finalmente, fue contra el brasileño campeón mundial Mediano Jr. OMB, Patrick Teixeira. Estaba de cara a su primer y genuino título mundial. Una pelea que podía disparar «fuegos artificiales» sobre el ring. Frente a un vecino del Brasil. Era como volver a palpitar aquella sangrienta de «Popo» Freitas – «Hiena» Barrios por el mundial Ligeros Jr. O los clásicos entre Ernesto Miranda y Eder Jofre para los más grandes. 

Esa noche Brian tuvo una performance inolvidable. La victoria era una posibilidad real, pero pocos auguraron que se lo lleve por delante sin piedad durante toda la pelea. Estuvo «endemoniado» y le dio una áspera paliza.

El argentino arrancó fuerte, aplicando presión, achicando las distancias, y atacando con grandes gestos técnicos. Fue para adelante con creatividad y confianza. Castigó toda la humanidad del adversario sin regalarse en defensa. Le tiró con palos, bates, pistolas, fusiles y hasta con lanzallamas por la cabeza.

En la mitad del Round 12 Brian sintió a Texeira al cuerpo seguido por múltiples misiles a la marola. Casi lo noquea. Lo tuvo «KO parado». Pero se le escapó, aguantó, guapeó, se puso cojudo, y pudo escuchar la campana final y la decisión de los jurados. Que fueron solo una simple formalidad.

Ahora, a unificar por la gloria eterna. Enfrento al texano campeón mundial Mediano Juniors Ring Magazine, FIB, AMB, y CMB Jermell Charlo en el AT&T Center en San Antonio, Texas. Estaban todos los cinturones en juego habidos y por haber.

El mundo estaba ansioso de conocer al primer boxeador campeón mundial indiscutido de los Medianos Junior en la Era de las cuatro coronas. El gran candidato de todos era el moreno.

Jermell Charlo y Brian Castaño colisionaron por la unificación absoluta en una super entretenida pelea. La unificación quedó trunca porque los jueces no se pusieron de acuerdo y juzgaron un empate dividido y ambos retuvieron sus cinturones.

Castaño estuvo a la altura de las circunstancias, inclusive por encima. Se bajó mejor de lo que subió, y Charlo se fue peor de lo que entro…

La pelea lo vio a Castaño ir para adelante conectando mucho y a Charlo ir para atrás, careciendo de actividad y precisión en ofensiva. Salvo en el segundo, donde conmociono a Castaño con un gancho de izquierda, y en los últimos donde por momentos también lo tuvo sentido.

Castaño lo tuvo mal a Charlo en el tercero y lo domino hasta el décimo. Le pego con las dos manos. En el noveno estuvo a punto de sacarlo, antes que se le vengan los problemas impensados. Lo engancharon y lo marearon. Lo tuvieron «peleando por su vida».

La pelea fue entretenida, competitiva y dramática. De «hacha y tiza». Típica de Castaño.

En el último dejaron todo en la cancha y se pararon en el medio del ring a «darse masa». Para la Ley del Deporte y para casi todo el mundo gano Castaño. Charlo casi que ya no sabía que más intentar. Nos robaron.

Gran pelea, revancha inmediata. Este 14 de mayo del 2022 se hace en Los Ángeles, imperdible. Espero que otra vez no le hagan perder la gran oportunidad de convertirse en campeón mundial indiscutido de los Super Welter con tarjetas deshonestas, que tan mal le hacen al boxeo.

Ojalá que Brian Carlos Castaño gobierne algún día la categoría porque es el que pelea pensando en la destrucción, se mueve con alta frecuencia y creatividad, no para nunca, es el que más quiere ganar, el más obsesivo con el rival. ¡Y es el que está dispuesto a pagar el más alto precio por la gloria eterna!

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