La Ley del Deporte

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¿QUE FUE LA CABALGATA DEPORTIVA EN DIARIOS Y REVISTAS PARTE 2? POR LA LEY DEL DEPORTE

La primera imprenta arrancó en el 1700. Y, a diferencia de lo que paso en el resto de América, fue construida con maderas de la selva del Alto Uruguay y del Alto Paraná. La hicieron los jesuitas, quienes publicaron inclusive algunos libros en Guaraní. Para evangelizar a los indígenas de nuestra región…

Todo lo que paso en el país recorrió las hojas de los diarios y las revistas. Y obviamente en los libros. En tiempo real o como un recuerdo. Luego vino la radio y después la tele. La historia recorre y se recupera desde estos lugares. Y finalmente desde las computadoras y las redes sociales que usamos en estos momentos de nuestra historia

El 1 de enero del 1915 nació el legendario El Heraldo de Concordia. De la mano del famoso Doctor Lieberman. Hoy sigue funcionando en el mismo lugar de siempre. En esa emblemática esquina de San Luis y Quintana. Se puede visitar esa reliquia, y las modernas instalaciones a la vuelta. Íntimamente ligada a nuestra historia. Si no pasó por ahí, es porque «nunca sucedió».

El diario en prensa deportiva tuvo que ir adaptándose a los avances tecnológicos. En la década del 40 la gente hacía largas colas para poder conseguir un diario y poder leer las crónicas deportivas. Fundamentalmente, los resultados de las carreras y de los partidos de futbol. Los redactores recibían la información por telégrafo y la escribían. Si no llegaban, por lo menos debían saber el resultado. Y el proceso se lo inventaba «a suerte y verdad». Se construía la historia, aunque sea con los casi nulos comentarios que por ahí llegaban… No se le podía errar en los resultados. Sí, en quién jugó mejor o en como fue la carrera o la pelea…

En 1932 sale una revista llamada Alumni, que hoy puede sonar insólita y desopilante, pero que se la necesitaba casi que tanto como a los jugadores. Informaba en las canchas los resultados de los otros partidos. Había carteles en un costado del campo que tenían chapas que se iban cambiando. Según el color y la letra, estos representaban al local o al visitante, los penales, los goles, las expulsiones, resultados, etc. Todos esos símbolos obviamente que también estaban en la revista Alumni, que la gente tenía muy a mano. Así sabían como iba el clásico rival, o el puntero del campeonato en determinada cancha, o a cuanto quedaba tal equipo de la punta. Esta revista era la más usada…

Hasta que llegaron, a finales de la década del 50, las Radios Portátiles a Transistores. Que fueron usadas rápidamente por las hinchadas. Ahí ya la gente podía escuchar a cada uno de los enviados especiales con el comentario y el informe desde cada uno de los estadios. La última vez que la Revista Alumni rompió el récord de ventas fue en 1964. Porque hubo una huelga de Relatores de Futbol en todo el país. Luego fue cayendo en desuso, y «condenada» a su desaparición…

La primer revista de boxeo en nuestro país fue KO Mundial. Salió en 1952, era porteña como el tango. Bien enfrente del histórico Café Tortoni de la Avenida de Mayo, en el barrio Monserrat. La fundo Aldo «Ring» Cappagli, muy amigo de Juan Duarte, el hermano de Evita. Y su jefe de redacción era Simón Bronenberg. Ahí pasaban los grandes boxeadores argentinos y mundiales. Y obviamente, el presidente de la época Juan Perón. Era un «hervidero» de historias y leyendas dentro de esa redacción.

Una redacción, que se precie de ser histórica y como las de antes, tenía muchos escritores pegándole a los teclados de las viejas máquinas de escribir. Ese sonido era el «reinante». Y los periodistas siempre apurados porque se hacía la hora de terminar el escrito y presentarlo para su publicación, y finalmente su distribución. Siempre se quería hacer la nota más linda del mundo. Siempre se sueña con que se venga una idea, una imagen, una anécdota, una bocadillo copado, una metáfora ingeniosa a la cabeza, algo medio iluminado, como para que los lectores se emocionen, la disfruten y mucho.

El periodista anhela conectarse con lo que produce, y poder sentir «bajo la piel» esa historia y la de sus protagonistas. Tratar de protagonizar, en carne propia, lo vivido por otro. ¡¡Una buena nota que sea premiada y que te pague las deudas!! Que «te saque de croto». Hablando muy en serio, que te deje contento de saber que salió buena. Y que va a pasar el ojo crítico y atento de tus queridos lectores y seguidores.

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