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POR QUE SE CAE EN ADICCIONES (CHARLAS SOBRE ADICCIONES EN CONCORDIA)

La adicción es una enfermedad crónica caracterizada por la búsqueda y el uso compulsivo e incontrolable de una droga o una conducta problemática. No todo consumo es una adicción o problemático. Hay gente que consume por recreación, salud, o degustación, algo que en pequeñas cantidades es casi imperceptible. Y eso no les genera ningún problema. Adicción o consumo problemático se da cuando esto problematiza nuestra vida, y no somos capaces de cambiar esta conducta.

Nosotros deberíamos hacer un autodiagnostico casero y saber si se nos está complicando nuestra existencia por tal actitud o consumo. Y si no lo podemos percibir, saber escuchar lo que nos dicen sobre esto. Las personas adictas entramos en una búsqueda patológica, de recompensa, de un alivio, de una calma, a un malestar o a un desequilibrio físico, mental, o emocional.

Yo no conozco a nadie que ande «mendigando» adicciones, ansiedades, depresiones, soledades, violencia y enfermedades, «gorro en mano», por «el amor de dios», en la esquina de un semáforo. La adicción es una resultante de una vida que nos resulta insoportable. Y por no haber hablado, tratado y por haber tomado malas decisiones, buscamos la solución en consumos tóxicos y enfermos.

La adicción es un estado de dependencia psicológica y fisiológica, asociada con el ansia de un «respiro» temporal. Yo tengo problemas de bronquios, alergia, respiración, fiebre, dolor de cabeza, sordera, garganta, insomnio, desconcentración, obsesiones y memoria. Estos problemas físicos y psíquicos pueden afectar el espíritu de uno, y alentar a buscar soluciones y calmas con las drogas. Porque al final del día, todos queremos vivir bien y felices. Y hacemos lo que podemos.

Si sos depresivo, psicótico, esquizofrénico, por dar solo tres ejemplos, vas a buscar desesperadamente un bálsamo, con cualquier droga, que te «prometa» sanación, aunque sea por un momento. Pero con los consumos problemáticos, las consecuencias serán negativas a largo plazo, con el impedimento de poder controlarlo. Y la droga que te calma, es la que te seduce.

Los adictos siempre «mordemos el chorizo» y descarrilamos, haciendo una sobre estimulación del «circuito de recompensa», «encajándonos» algo potente, que es lo que causa esa intensa «emoción», que nos conduce a querer consumir más y más drogas, una y otra vez. A pesar de que queremos dejar y «rescatarnos».

La causa del consumo de drogas pueden ser muchas. Los genes de una persona, una deficiencia o trastorno mental, la presencia de problemas físicos, un ambiente enfermo… No hay que olvidar la acción placentera misma de las drogas, ya que tenemos el registro de ese «placer en el cerebro», que se nos aparece como la solución a nuestro mal momento, y nos «enroscamos» deseándolo, una y otra vez.

El sufrimiento emocional que uno viene soportando en el día a día, y su consecuente ansiedad, y depresión, nos acercan a una posible adicción, que es la «punta del iceberg» de una vida insoportable. Siempre digo lo mismo: si andas re mal sin drogas, con drogas, vas a andar mucho peor.

Sumado a esto, el ambiente de nuestra familia y amigos. El estrés ambiental de nuestra realidad puede afectar mucho a la probabilidad de que usemos drogas y que nos lleven a la adicción y a la enfermedad. Violaciones sexuales, y exposición temprana a la droga, también favorecen una posible adicción.

En la serie «Apache», la vida de Carlos Tevez, se muestra a dos chicos muy amigos y jugadores de futbol: Carlos y Danilo. En la vida de Carlos no estaba papa asesinado y mamá complicada. Pero logro salvar su vida y ser una estrella rica, famosa y amada porque su tía «La Chila» y su marido, Segundo, fueron sus «padres de corazón». Y le dieron afecto, amor, contención, lo protegieron del odio, de la venganza, de las drogas, y finalmente de la muerte. Además, el supo escuchar y dejarse guiar por sus técnicos y profesores de educación física. Y eso no es tan sencillo de hacer.

En cambio, Danilo no tenía ni familia biológica ni de corazón que le dé buenos ejemplos. No logro recibir los límites y las confrontaciones de los cuerpos técnicos, de la mejor manera. El se sintió «agreteado», «bardeado», y aislado. Saber recibir los límites, muchas veces, no es nada fácil. Danilo no le encontró la vuelta a esto y termino dejando, drogado, perdido, y finalmente acribillado en un enfrentamiento armado. Esto ilustra, más o menos, la importancia de la familia, el afecto, y el amor de los padres. Que en este mundo áspero y cruel, es lo que nos puede salvar, y mal. Y de la necesaria humildad para aceptar los límites, dejarnos guiar, y abrirnos a cambiar.

Usar drogas a cualquier edad puede llevar a la adicción, pero se dice que lo más joven que uno empieza, lo más probable que progrese. Esto es problemático para los adolescentes, ya que todavía están desarrollando el cerebro, que controla la capacidad de tomar decisiones, y el autocontrol. Y, como todos sabemos, los adolescentes están propensos a comportamientos riesgosos, porque se quiere experimentar y ver qué sucede en el «más allá». A veces seduce eso peligroso y prohibido. Y eso incluye el consumo de drogas.

Las drogas cambian el cerebro en maneras que hacen que el dejar de usarlas sea duro. Ante un episodio feo nos defendemos como podemos. Y si aprendimos el uso de drogas, ese será el camino que tomaremos. La mente busca la vía de escape más rápida, usada, y conocida. Recorre una «huella neuronal» dejada por nosotros. Y los adictos entrenamos nuestra mente a ser una «demente», o a ser una adicta. Por eso la drogadicción es una enfermedad crónica, compleja, y dejar de usar las drogas usualmente requiere mucho más que buenas intenciones.

Para la mayoría de las personas, la decisión inicial de usar drogas es voluntaria, pero el uso repetido puede llevar a cambios en el cerebro, que desafían el autocontrol, e interfiere con nuestra habilidad de resistir a los deseos intensos de consumir.

La mayoría de las drogas afectan el «circuito de recompensa» del cerebro inundándolo de dopamina. Este sistema de recompensa controla la capacidad del cuerpo de sentir placer. Para ajustarse al exceso de dopamina, el cerebro disminuye su producción natural. O reduce la capacidad de las células del circuito de recompensa de reaccionar y sentir. Y esto disminuye la euforia que primero tuvimos, un efecto conocido como «tolerancia», ya estas «curtidísimo». Es probable que consumamos más drogas y a cada rato, en un intento de sentir la misma euforia. Que nos siga pegando… Pero ya no nos «levanta» ni nos «pega» tanto.

Las primeras dosis nos causan ese estado de euforia intensamente placentero, que puede llevarnos a consumir drogas una y otra vez. Y le entramos como «mosca a la mermelada». Luego ya no nos «pega» tanto. Consumimos, pero necesitamos más y más para «ponernos bien». Vamos quedando duros como «muerto en su tumba».

Luego deambulamos por la vida, muchos hechos unos «zombis», como «muertos vivos». Que estamos listos para darle nuestra vida a las drogas. El cuerpo «reventó». Y buscamos variantes con el alcohol, clonazepán, pucho, o lo que nos saque de nuestra miseria. Llega un momento que nos metemos cualquier cosa, y ahí es donde ocurren las mayores tragedias. No querés que «decaiga» y vas a implosionarte «hasta el fin». Estas más duro que «zapato arriba del techo», luego ya necesitas aflojar, bajar, con otras drogas y alcohol, y así poder «reventar».

A pesar de estar conscientes de estos efectos perjudiciales, muchas personas que usamos drogas continuamos usándola por ese efecto de «me pegó re bien», «es de la rica», lo que es una característica. Pensamos que estamos degustando «delicadezas del mundo gastronómico». A pesar de que el médico nos haya dicho que estamos «más cerca del arpa que de la guitarra».

Afortunadamente, hoy los científicos conocen más que nunca cómo las drogas afectan al cerebro y han encontrado tratamientos que pueden ayudar a recuperarnos, y a tener una vida copada, digna y productiva. La adicción es tratable y puede ser exitosamente manejada. Las personas que se están recuperando de una adicción estarán en riesgo de experimentar una recaída. Pero lo importante es confesar, pedir ayuda, y pelearla para superar el mal momento. Un tropezón no es caída. Y tras una caída podemos levantarnos y seguir en la lucha.

Las terapias cognitivas y conductuales para tratar la adicción aseguran la mejor posibilidad de éxito. Los enfoques de tratamiento adaptados a cada paciente y a cualquier problema médico, mental y social ocurriendo simultáneamente pueden llevar a una recuperación.

Otra buena noticia es que el uso de drogas y la adicción son prevenibles. Los programas de prevención involucrando familias, escuelas, comunidades y medios de comunicación son eficaces para prevenir o reducir el uso de drogas. Hay que hacer contracultura. «Aunque seamos una gota en el mar. El mar no es lo mismo sin nuestra gota».

Cuando las personas jóvenes perciben el uso de drogas como riesgoso y maligno, ellos tienden a respetar o reducir el uso, y tratan de no hacerlo o de dejar. Porque ya saben que eso no les va a dar la felicidad ni la prosperidad.

Por lo tanto, la educación y la divulgación son claves para ayudar a que las personas entiendan de los riesgos. Los profesores, los padres, los operadores terapéuticos, los adictos con el alta terapéutica, psiquiatras, psicólogos, y otros proveedores de salud tienen roles claves en educar a los jóvenes, y en prevenir el uso de drogas. Por eso vamos a hablarles a los chicos con el fuerte deseo de que vivan una vida más sana y más agradable. Ojalá que en un futuro seamos muchos más.

CHARLAS SOBRE CONSUMOS Y CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS

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