PERIODISTA DE BOXEO OSVALDO PRINCIPI (1/4/23)
El entrevistado de hoy es un relator de boxeo argentino. La nota la hicimos hace años para «La Ley del Boxeo» en Radio Activa, pero jamás la transcribí. Era una deuda que hoy cumplí. La gente me llamaba de la química que hubo esa noche y de lo bien llevada que estuvo. Era como hablar con mi ídolo, si siempre fui un fanático de él.
Cuando yo era adolescente y joven, miraba las trasmisiones de Boxeo de Primera por TYC Sports, relatadas por el y comentadas por Julio Ernesto Vila. Es dueño de la voz que me hizo estremecer y apasionar. Y trasladar a aquellas legendarias guerras.
Yo lo imitaba hasta el hartazgo. «Toda argentina» lo hacía. Siempre lo admiré y quise ser como él. ¡Como gustaba de sus relatos! Ese clásico del boxeo era la «entrada en calor» de un fin de semana a «puro rock and roll».
Relata boxeo desde 1972, y trabajó en combates de Monzón, Locche, Galindez, Leonard, Duran, Hagler, Tyson, Hearns, Mayweather, y Hamed. Además, relató a las principales figuras del boxeo nacional desde 1980 hasta hoy. Sus narraciones pusieron «la piel de gallina» al ring side y a la popular.
Periodista con más de medio siglo de trayectoria y una referencia a la hora de hablar de boxeo, recuerda sus comienzos, las tardes de entrenamiento en el Luna Park, y hoy se divierte con su rol de influencer.
Respaldado de una extensa carrera, que lo ha llevado a relatar las más impresionantes contiendas, transmitiendo la acción y el drama. Pero también en los programas de entretenimientos más exitosos. Su vigencia trasciende y continúa en el tiempo. Todos lo quieren entrevistar. Es un referente inolvidable, con una personalidad ocurrente, pura, y única. Bienvenido Osvaldo Roberto Principi a «La Ley del Deporte»:
«Hola, ¿qué tal Federico, cómo estás? Yo soy de Mercedes, provincia de Buenos Aires. A menos de cien kilómetros de la Capital. En mi casa consumían futbol y automovilismo, entonces encontré mi libertad en el boxeo. Al boxeo lo conocí en «carne propia» cuando a los quince años decidí ponerme los guantes. Era un boxeador que sentía muchos nervios y que nunca tenía ganas de ganar. Quería que todo terminara lo antes posible. Esa es la visión que tiene el sobreviviente sobre el ring. Ese sobrevivir sobre el ring me dio la virtud de saber leer la situación de un boxeador».
«La odisea por el deporte de los puños no duró mucho. Fueron tan solo cinco combates como amateur (cuatro derrotas y un empate) que pusieron fin a mi ilusión pugilista y dieron comienzo a mis ganas de descubrirlo y describirlo desde el otro lado. La clave es una sola: llevar al espectador a lo que yo estoy viviendo y sintiendo”.
«Desde joven ya corría por mis venas la pasión por el deporte de los guantes y el relato. Realizaba una columna deportiva en mi programa “Rincón Neutral”, trasmitido por la radio de la localidad de Mercedes, mi pueblo».
«Empecé a relatar en el 72, relaté mi primera pelea en Mercedes, en la Radiodifusora Oral, Música y Hogar, y lo primero que hice fue un festival de boxeo amateur».
«Cuando tuve mi primera entrevista en Buenos Aires llamó mucho más la atención, mis trabajos escritos, mi recolección de fichas de boxeadores, que cuando puse el grabador para que escuchen cómo relataba, ya que me dijeron: «Bueno, bueno, después lo vamos a ver», pero yo sabía que podía dar batalla, no que era un fenómeno, pero que podía andar bien. Fue en 1974 donde me di cuenta de que podía hacer esto».
«El Luna Park me dio el «toque de horno final» en los tiempos más difíciles que tiene un joven. Estuve ahí desde mis 16 hasta mis 56. No solamente me dio el saber boxístico, sino también el respeto por la veracidad informativa, y un código ético».
«El boxeo es la oferta de la vida misma, de la superación de las personas a través de una vocación, y tal vez es el único que no ofrece límite social ni discriminatorio, es el más abierto de todos, el boxeo le abre la puerta a todos».
«Hoy hay campañas de igualdad, pero el boxeo siempre fue discriminado, porque es un deporte sin defensas, de gente pobre, y curiosamente es el deporte más fácil para pegarle».
«El mejor momento de mi carrera fue cuando me llegó la primera oportunidad. Soy mercedino, de la provincia de Buenos Aires, habitual usuario de la combinación Mercedes-Moreno, Moreno-Once del Sarmiento, y mi primera oportunidad fue cuando realicé mi segundo traspaso radial al contactarme con Ricardo Arias y su equipo de «Entre las sogas», por Radio Splendid. Ricardo era un referente del periodismo de boxeo, muy exigente, y uno tuvo la fortuna de tener semejante espejo.».

«Soy un crítico de boxeo, que ha tenido mucha relación y familiaridad con el mundo del espectáculo y del periodismo, pero nunca quise ser otra cosa que periodista de boxeo”.
«Argentina tiene una dupla, Pascual Pérez y Carlos Monzón, que son los mejores, pero no son los ídolos. Los ídolos fueron Nicolino Locche y Justo Suárez, que no fueron los mejores”.
«No creo que para ser boxeador haya que ser pobre, tener hambre o antecedentes penales. El boxeador ha venido de la pobreza digna del trabajador. Y hoy la pobreza digna del trabajador casi que no existe. Hoy el joven no se mete tanto en el boxeo, porque no está tan ligado al sacrificio como sí lo estaba el joven del siglo 20. El joven del siglo 20 se «rompía» para salir de la pobreza. Y el joven del siglo 21 aprovecha la situación nacional para mostrarse quejoso y vivir del Estado».
«Yo me enamoré de la figura de Carlos Monzón, no había terminado la secundaria que ya tuve la suerte de hacerle una nota. Trabajé en su época de campeón como un simple cronista y me trató muy bien. Y en su tiempo de retiro y en su tiempo de desgracia, las vueltas de la vida también me acercaron a él. Me pregunto qué puede pasar con uno cuando, que cree que maneja su raciocinio en cualquier circunstancia límite, falla. Creo que a Monzón le pasó eso. El día que le falló, murió su mujer y, en vida, ese día también empezó a morir él”.
«El boxeo es algo más que un deporte. Es un gran espectáculo regido por leyes deportivas, y es un tema que requiere de capacidad para opinar. Hay que formarse y mucho para poder hacer un trabajo de calidad».
«El boxeo además es una actividad laboral tentadora, llamativa y que causa sorpresa día a día. El boxeo profesional, el que se consume la gran masa, el del gran espectáculo, te abre muchísimas oportunidades. Y para un chico de barrio todo eso es muy tentador».
«Sigo con Turner, TNT Sports, con Artistas del knockout, y mi programa de entrevistas internacionales, entrevistando a los campeones del mundo más famosos del momento».

«También sigo con el programa Palo y afuera, con La Nación, en la radio 2 por 4, con El tango libro boxing club, además estoy en DeporTV, con El retrovisor, y de freelance para relatar boxeo como lo hago».
«Lo del Intagram fue una creatividad de mi hija. Ella me convierte muchas veces en un acto de circo y variedades, a mí no me sale por naturaleza, pero lo hago por su gusto y por el resultado con los seguidores, a quienes les agradezco de corazón, aunque soy muy malo porque generalmente no me sale responder por una cuestión de tiempo y paciencia».
«Pero paradójicamente los mayores sucesos se generan haciendo lo que menos me gusta, y lo hago un poco también en tributo a mi hija, porque es su producción, y es el mejor aliciente que un padre le puede dar a la hija: obedecer a su pedido».
«Si tuviera que volver a algún momento de la historia del boxeo que viví, no iría a un combate de los que afortunadamente me tocó relatar, desde Las Vegas, New York, o en alguna noche llena de Luna Park. Iría a un momento que para mí era mágico: los entrenamientos en el gimnasio del Luna Park, desde las 12.30 a las 17.30, cuando aparecían las noticias y yo viajaba desde Mercedes con mi grabador para la radio Oral Música Hogar y se corrían los rumores, «che, Monzón va con «Mantequilla» Nápoles’, «Galíndez está a un paso de firmar la pelea con Rossman», y hacía el reportaje, «Vuelve Nicolino…». Había un vértigo… Te rodeaban veinte figuras, y todos habían sido tapa de «El Gráfico».

«Era buscar el contacto, escuchar luego en el bar, desde la otra punta de la barra, a todos los periodistas consagrados, y después hablábamos todos los de la promoción de novatos, que luego tuvimos la chance de ocupar un lugar de privilegio».
«Viajaría en el tiempo a una tarde de gimnasio de Luna Park, a full, con Monzón, Galíndez, Nicolino, Saldaño, Castellini, Cachazú y La Cruz, entrenando en el mismo momento. Con el repiqueteo del puching y la música de las bolsas de fondo».
«Yo voy a seguir con la misma política con la que vengo desde hace cincuenta años: tratar de seguir con todo y de colocar a mi alrededor al núcleo pequeño que puedo proteger, ampliarlo un poco y trabajar sobre ellos. Creo que si cada uno protegiera a un núcleo pequeño, esto avanzaría mucho mejor».
«Con Julio Ernesto Vila hemos entrado y salido con guardias de policías y nos han tirado de todo por los comentarios de Don Julio. Y yo me las ligaba por Vila. Pero, con el paso del tiempo, lo reconocieron como un gran periodista y consejero. Vila era fantástico. Con él vivías al límite, y tenía un humor que no tenía nada que ver con esa cara que ponía cuando salía al aire».
«Yo le escribí una carta, cuando tenía 14 años. Con él entré al Luna Park y, a los pocos días, ahí lo declararon persona no grata. Esa relación me anticipaba lo que iba a ser mi carrera periodística».
«Me gustaría poder volver a tomar un café y hablar con Julio Ernesto Vila. Cuando murió, murió la parte de consulta de mi carrera. Vila me enseñó a ver el detalle, la imparcialidad, el trabajo previo. Fue mi mentor, y mi mejor orientador. Hoy lo entiendo. Parecía ácido, pero tenía un gran sentido del humor».
«Disfruté mucho a mis padres y a mi hermano, que ya no están, y cuando disfrutaste tanto de las personas, al pasado no hay que tocarlo, hay que dejarlo como está. Pero, si me apurás, elegiría a Vila para una charla más”.
LA LEY DEL DEPORTE