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LAS DROGAS Y LOS CELOS (CHARLAS SOBRE CONSUMOS Y CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS)

El uso de dosis elevadas de cocaína, suele dar lugar a un cuadro típico de psicosis tóxica, que se caracteriza por la pérdida del contacto con la realidad y la imaginación toma el poder. Las ideas que aparecen por cocaína y otros estimulantes como las anfetaminas son muy parecidas: ideas paranoicas con contenido de perjuicio, sentirse rodeado, vigilado o espiado, y muchos celos patológicos y demenciales sin que existan indicios racionales de infidelidad.

Se sale a espiar, buscar, perseguir, llamar, tocar la puerta, mandar mensajes, insultar, inventar, imaginar, amenazar, perseguir y pegar, por fantasear que la persona está disfrutando de otro y burlándose de uno. Es tremendamente habitual que los cocainómanos vivan episodios de intensos celos. Sucede cuando se identifican con una desconfianza, con una imagen de traición que les «acampa» en la cabeza, Y se puede cometer todo tipo de locuras. Los celos son una de las más viejas y populares causas de homicidios.

La aparición de un episodio psicótico hace que sea mucho más probable que se pueda repetir al volver a tomar esas drogas, incluso en dosis menores, y hasta en estado de sobriedad, ya que la cabeza «recrea» los episodios del pasado. Revisa, de tanto en tanto, lo que nos ha sucedido. Por el hecho de que uno adiestró, con el consumo, al mal funcionamiento del cerebro.

Piensas tanto que una de las miradas es que alguien te va a hacer algo malo, y como queremos sobrevivir, lo analizamos, una y otra vez, hasta enloquecer y defender «lo que es nuestro».

En la dinámica de los celos interviene el celoso, el celado, y un tercero, real o imaginario. Se puede celar una pareja, un padre, una posición laboral, social, económica, una mamá, un pacto, una moto, un amigo, o una ropa, etc.

El que cela padece un temor a perder algo, que lo conduce a una serie de «técnicas» para tratar de calmar su inseguridad. Como, por ejemplo, con «la amenaza», el celoso cree que un tercero aparece para quitarle su posesión, le quiere «zarpar» su pertenencia, y por eso advierte y amenaza. Con «el control», el celoso patológico comienza una carrera alocada por vigilar y seguir de cerca lo que teme perder. Llama a cada rato para saber donde está, espía, le dice que le dé muestras de estar ahí, que mande fotos, investiga donde fue, que hizo, y con quién estuvo. Es un sufriente vigilante de «su propiedad.

Y «la prohibición», donde el celoso patológico, intentará por todos los medios que su pareja, o su amigo, no tengan trato con el tercero que piensa que quiere robarlo. No lo deja salir, no lo deja solo, y no le permite que esté en un lugar «peligroso» y expuesto a «tentarse» con otros.

Uno de los factores que intervienen en la dinámica de los celos es nuestra inseguridad interior, producto de una baja estima, que nos lleva a estar en un estado de hipervigilancia y enojo, por temor a ser traicionados, y finalmente abandonados.

La plataforma de esta baja estima y temor muchas veces está reforzada por una historia personal o familiar previa, teñida de consumos problemáticos, descalificaciones, fracasos existenciales, imperfecciones, no creer en uno ni en la gente, o por una cabeza descabezada que no le puede poner limites a sus pensamientos enfermos, y encima tiene ¡demasiada imaginación!

Otra lectura es que los celos son la expresión de un deseo propio de engañar, el cual reprimimos, negamos, y encima lo proyectamos en el otro. Es decir, que detrás de una acusación muchas veces existe una auto confesión, inconsciente, de que uno mismo es el «sospechoso».

El celoso busca cambiar el «afuera» en un intento por calmar su «interior», cuando en realidad un verdadero cambio es desde adentro hacia afuera. El celoso debería transformarse en un investigador privado, pero de su propia historia y descubrir: ¿Por qué me siento celoso? ¿Cuál es mi temor? ¿De dónde surge mi baja estima? ¿Por qué pienso que me van a voltear? ¿Qué áreas necesito sanar? Mis celos hablan más de mí que del celado. Cuentan en qué aspectos me siento carente, ineficaz, inhábil, pobre o incapaz.

La ira, la obsesión o el dolor que los celos disparan pueden producir una profecía autocumplida. Nos llevan a actuar de tal manera que finalmente el ser amado y celado se alejará y, a veces, buscará refugio en otra persona. Los celos se curan cuando uno deja de ser enemigo de uno mismo e inicia un camino de aprendizaje personal y crecimiento. Cuando nos convertimos en individuos autónomos, que no necesitamos depender emocionalmente del otro, cuando no necesitamos ni apropiarnos, ni adherirnos. Cada uno tiene que tener sus espacios y su vida.

Si apostamos a lograr certezas amorosas a través del control, el fracaso es «clavado». Porque no hay ningún sistema de control que lo logre. A su vez, el control asfixia toda forma de afecto, y corta el nexo con la fuente vital que toda relación, la libertad.

El amor de pareja es de a dos que siguen siendo dos, aunque se quieran mucho. No se trata de transformar dos en uno. Eso significa que el otro es otro. Y hay que «bancársela» así. Eso sí, ese otro tiene que merecer nuestro amor. Porque si no, mejor quedamos solos.

Está bien regular los celos, hablarlos, y apelar a la confianza, pero es de criterioso saber que confiar implica saber percibir claramente, y sin engaños, ese amor. Y lo que vale la pena continuará, y lo que no… ¡No! Los celos tienen su base en el miedo y la inseguridad, así que lo mejor es ir hasta el origen para solucionarlos. Una vez que lo hayas identificado, a trabajar en él.

Una pareja no es un objeto de nuestra posesión con el que podamos hacer lo que queramos y al que podamos controlar. Cuando tenemos pareja nos comprometemos con otra persona a compartir la vida y el amor, pero no abrimos las puertas al poder y al control. Nuestra pareja no es nuestra, ni nosotros somos de nuestra pareja.

A veces nuestra vida social es muy pobre porque estamos demasiado pendientes de nuestra pareja. Mejorar este aspecto y tener programas con amigos, reforzará nuestra autoestima y confianza. La solución está en vos mismo. Si trabajas tu seguridad, confianza y tu autoestima, los celos no aparecerán. Para eso, confía en los que tienes alrededor para pedirles consejo o explicar tus miedos. Abrirte reforzará tu autoestima. A través de las personas que quieres descubrirás lo especial y único que eres.

A menudo no somos capaces de entender como controlar los celos solos, porque no tenemos las herramientas necesarias. Si sienten que los celos son un problema, no duden ni se avergüencen: hablen con un amigo, una amiga, y pónganse en manos de un psicólogo. Estas charlas no suplantan de ninguna forma la importancia de un psicólogo u operador terapéutico, todo lo contrario. Te alentamos a que te contactes con uno y te dejes guiar, para tener los mejores resultados. 

Él les dará las claves para superar la dependencia emocional y encontrar el origen de los celos. Sin celos, puedes empezar a construir una relación en la que los dos se sientan verdaderamente libres de ser quienes son, sin miedo ni control, y basándose en la seguridad y en el amor.

CHARLAS SOBRE CONSUMOS Y CONDUCTAS PROBLEMÁTICAS

 

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