La Ley del Deporte

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PERIODISMO DE PERIODISTAS DEPORTIVOS 5 POR «LA LEY DEL DEPORTE»

La prensa no habla de la verdad, solo inventa historias verosímiles. Es, en el mejor de los casos, una creíble percepción de la realidad. Y los periodistas, en este caso los deportivos, son son los autores y los actores de las obras de ficción. Que interpretan un papel, no muy envidiable, de «especialistas en todo», para que vos te quedes idiotizado escuchando las posibles cuarenta y siete alineaciones que puede llegar a presentar Boca para este domingo. Ellos, sentados con traje y corbata, adivinarán que siente, piensa y hará cada uno de los involucrados en el futbol. Opinarán de todo y de todos. Y al final le harán mucho daño al deporte, a la gente, y a vos amigo querido de La Ley del Deporte. Porque tienen solo una vaga y mala idea de mucho, pero de mucho, no saben nada.

La prensa miente, pero en un contexto creíble. Como en los programas de futbol que dicen que estarían llamando a otro técnico, habría una interna entre dos bandos, hay gente que dice que no quieren a este, hay otros que «estarían» cuestionando su nivel cultural, «peligraría» la continuidad de la comisión, «habría» apretado a los jugadores, dicen que «podrían» haber ofrecido plata para que «jueguen mal», se habría encontrado con una amiga a la noche y entre las sombras, y así durante cuarenta y nueve horas. Son chicos malos, y les gusta mucho serlo. Se dice que, me comentan que, escuche que… ¿Quién dice? Y… sí, adivinaste. Ellos mismos con sus colegas y amigos. Y desde esa base inventada te arman terrible y tenebroso programa.

El periodismo deportivo vivió muchos tiempos mejores. Hoy dan arcadas escuchar a estos chicos, y no tan chicos, gritando y juzgando al que se le cruce por el camino. Inventando rumores y trascendidos. ¿Quienes se creen que son? ¿De donde los sacaron? Estamos al horno porque creen que saben de sociología, psicología, gastronomía, etnias, economía, de la policía, de nutrición, de ética, y hasta de comercio exterior. Son «especialistas de todo». Y son peores que las viejas chusmas de barrio, porque se dicen ser periodistas y le hablan al gran público, con la responsabilidad que esto implica.

No le tienen miedo a ningún tópico. Arremeten nomás durante diez horas en los canales deportivos, fundamentalmente de futbol. Que se parecen a un cabaret. Sí, son especialistas en decir «giladas» sin ponerse colorados y en «darse vuelta como una media» sin que les avance la culpa. Si vos viste casi toda tu vida una pelota de futbol, no deberías hablar mucho de la agro industria como si fueses la voz de la verdad. Si nunca agarraste una pala. No seamos malos. Seamos buenos entre nosotros…

Gustavo López cruzó al streamer Ibai Llanos
Gustavo López cruzó al streamer Ibai Llanos

Fue muy comentada la réplica del joven y popular streamer español Ibai Llanos al periodista Gustavo López, después de que «Gustavito de ESPN» lo despreció, enojado y envidioso porque el primero lograba entrevistas exclusivas con «El Kun» Agüero o con Paulo Dybala, entre otros. “¿Quién es Ibai? ¿Seis millones de seguidores tiene? ¿Y a mí qué me importa?”, dijo Gustavo López, envidiando mucho la suerte gorda de Llanos.

Especialistas de las nuevas plataformas fueron impiadosos. Dijeron que el periodismo deportivo tradicional vive atrapado en la nostalgia de su viejo éxito y no sabe ver que a los «cracks» les resulta hoy mucho más amable y hasta conveniente compartir charlas y seguidores con youtubers y streamers que, además, no les piden ni sangre ni títulos. Y no los «sacuden», apenas se dan vuelta y «giran sobre sus tobillos» o sus carreras empiezan a declinar. Estos «se dan vuelta como panqueques», ya que la «lija» que tienen no les deja sostener un concepto por mucho tiempo…

Puede que un youtubero no sea un periodista, es cierto. Pero tampoco es periodismo amenazar a un DT recién asumido o ponerle a otro fecha de salida, y hasta dar el nombre del supuesto reemplazante, en línea y complicidad con el dirigente que quiere echarlo. Entran a poner temas en agenda para desgastar figuras. O criticar a la dirigencia por atender únicamente a los clubes poderosos e ignorar al resto, siendo que justamente eso hace gran parte del periodismo deportivo tradicional.

Desesperada por la caída del rating, nuestra ya vieja TV de cable recurre a periodistas que simulan hoy ser caballeros de la Edad Media o raperos transgresores, todo lo que sea necesario para atrapar o espantar al público más joven. Guste o no, el escenario será cada vez más semejante a un circo de lucha libre de la TV de cable, en el que lo que más importa será “el show” y las «bombas», que la calidad del análisis o del mismo deporte.

Y con nuevos comunicadores que son una marca en sí mismo, tanto o más divos que las estrellas del deporte. Chicos que buscan sangre, sudor y escándalos. Como en el barrio. Porque es más fácil hablar a los gritos «giladas» que hacer investigaciones serias, creíbles, e inolvidables.

No miren, es mi humilde consejo, programas de chismes futboleros «gurises». No sean malos con ustedes. Tanto en las redes como en la tele. Como dijo mi novia: «Yo no miraría un programa de debate futboleros, así sea el ultimo programa de televisión que quede en este mundo». Yo menos, lo hago para hacer columnas como esta nada más…

Con todo su salvajismo, hasta suenan casi infantiles los viejos insultos de las canchas, comparados a los linchamientos modernos que dominan las redes y la vieja televisión. Las redes están llenas de personajes que instigan el mismo odio en tiempos de desigualdad y polarización. En Inglaterra, figuras, clubes y hasta la propia Premier League y algunos medios de prensa, desconectaron sus cuentas en un boicot inédito: exigieron que cese el abuso y pidieron una ley que responsabilice a las plataformas por sus delitos. Ellos dicen, y con razón, que burlarse de un jugador negro por una derrota deportiva no es folclore: es racismo.

Por acá parecen chimenteros, un «Rial Deportivo» donde relajan a los jugadores. Cuando más basura hay, más les gusta. Les preocupa más las derrapadas de los deportistas que el deporte en sí mismo. Todo naufraga en la mediocridad. Te embrutecen. Están quince horas hablando y no aportan nada productivo ni para el deporte, la sociedad, y menos que menos a los deportistas. Se olvidan de su misión, que es educar, y de difundir el deporte y la vida sana.

Los dineros obscenos de las nuevas plataformas parecen decididos a cambiar la estructura misma del deporte y del periodismo deportivo. Es un aviso de un escenario que, tarde o temprano, será inevitable. Afortunadamente, aún hay claros ejemplos en el periodismo deportivo que amo yo: documentales formidables, grandes investigaciones, editoriales profundos, entrevistas interesantes, homenajes a referentes positivos, pódcast ingeniosos, y guiones que muestran que las buenas historias, bien contadas, de forma ética, y profesional… Siguen teniendo su lugar de privilegio. Que está, como siempre, en el «pico de la pirámide», a la hora de hablar de buen periodismo deportivo.

LA LEY DEL DEPORTE

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