LA ADICCIÓN A LAS PANTALLAS (CHARLAS DE PREVENCIÓN DE ADICCIONES CONCORDIA)

Al recorrer las escuelas uno puede ver chicos, que en vez de conversar, jugar o hacer actividad física, están sentados con algún dispositivo móvil y comiendo algo mientras no le prestan atención a otra cosa. Por eso algunos dicen que «Bill Gates engordó más gente que McDonald’s».

Hay personas que se meten en las redes y no pueden salir más. Cautivos de ese mundo, buscan afectos, me gusta, seguidores, lectores, oyentes, visualizaciones y transmiten videos, con efectos, ubicaciones, reseñas del contexto, buscando visualizaciones, y corazones… Para sentirse seguidos y queridos. Y, por ende, importantes.

Cuando la gente está aburrida, vacía, angustiada, deprimida, pesimista, preocupada, busca recrearse y estimularse en páginas o aplicaciones, para llenar su vida problemática. Como que este los va a sanar o mejorar.

Internet fue creado para ser adictivo y para generar adictos. Explotan una faceta de la vulnerabilidad humana, que es la necesidad que sentirnos queridos y validados. Nada motiva más que sentirnos apreciados, que gusten de nosotros, o que le importemos a alguien. Esto motiva al ser humano subir fotos, videos, y recibir «likes». Un «like» es como un «micro chispazo» de dopamina.

Se habla de adicción a Internet cuando una persona no puede llevar una vida satisfactoria, está agobiada, desconsolada, por ejemplo, y por eso se mete a cada rato en Internet, como vía de escape, ya sea juegos online, navegar, redes sociales, compras, o ver y subir vídeos de toda índole, inclusive pornográfica..

La adicción a internet trae problemas de salud física y psicológica, asociados al sedentarismo, aislamiento, falta de habilidades sociales, visión distorsionada de la realidad, cambios bruscos de conducta, fuerte dependencia a los dispositivos tecnológicos, y pocas habilidades para trabajar la tolerancia a la frustración.

La palabra “adicción” deriva del latín “esclavizado por” y se manifiesta en el anhelo por el objeto del que se es adicto, la pérdida de control sobre su uso y la necesidad imperiosa de continuar así a pesar de las consecuencias adversas que eso conlleva son más que evidentes.

La adicción a Internet trae mucho riesgo de conductas peligrosas como el Grooming o una exposición temprana a contenidos sexuales, violentos, de consumos problemáticos, o ciberbullying. No pasa siempre, obvio, pero un uso descontrolado de las redes puede «cargar» y «gatillar» el «chumbo» de estas conductas enfermas.

Se sufre empeoramiento del rendimiento académico o laboral. Problemas de sueño. Abandono de actividades de ocio, como el deporte o salir con los amigos al parque o la playa. Declinación de nuestras relaciones familiares. Y se nos «sale la cadena» cuando falla la conexión a internet o va muy lenta.

Se presta mayor atención a las mismas publicaciones, una y otra vez, solamente por estar en las redes sociales la mayor parte del tiempo y supuestamente «actualizado». Y en el camino, uno se aleja de su familia y amistades, y queda «encapsulado» en su mundo virtual. O vida paralela.

Es una sociedad adicta a lo superficial, cada vez nos cuesta más profundizar. La razón más grande por la cual la gente adora publicar sus historias en Twitter o sus fotografías en Facebook e Instagram es para pasarla mejor, ser valorado y valorar a la gente que nos rodea. En otras palabras, queremos elevar y valorar la nuestra y la vida de nuestros amigos.

Encima de esto, muchos, en las redes, hemos mostrado lo que deseamos ser, no lo que somos. Inventamos personajes ficticios más o menos verosímiles, y a veces eso transforma a Internet en una «red de mentiras» muy peligrosa. Exponemos que somos buenos, lindos y generosos. Vendemos una perfección que no existe.

Hay varios estudios que explican la sensación de “recompensa” que tenemos, a la hora de recibir un comentario positivo o una respuesta a una publicación. La quiero y la tengo rápidamente. Y eso no nos va a hacer sentir el concepto que creemos es más cercano a la felicidad.

El miedo a perdernos cosas es una de las razones más grandes porque tenemos omnipresencia en las redes sociales. Encima cada vez hay más canales, es decir, que cada vez hay que estar más pendientes y darle actividad a más plataformas.

Todos conocemos a ese amigo que no puede estar despegado de su teléfono por más de 20 segundos. Todos hemos sentido un poco de pánico cuando vemos que se nos está acabando la batería o no sabemos el Wi-Fi ¿Por qué? Porque necesitamos saberlo todo, manejarlo, sacarnos los aburrimientos, y estar en el «borbollón» todo el tiempo.

Existe un dominio de las redes sociales sobre nuestro pensamientos, sentimientos y conducta. Se nos instala en la cabeza y nos maneja. No al revés. Hay que ponerse limites que la felicidad no la vamos a encontrar ahí.

La gente muy pendiente a la tecnología va a sufrir. Es como el que fuma o consume mucha azúcar, porque claramente la tecnología produce adicción.

Técnicas para moderar el uso de internet

  1. Limitar las notificaciones…
  2. Establecer un horario para revisar las redes. …
  3. Hacer un «detox» digital. … o desintoxicación digital, un período de tiempo durante el cual nos abstenemos de usar dispositivos electrónicos.​
  4. Eliminar las apps de redes sociales del celular.
  5. No estar más de treinta minutos en las redes por día.
  6. No mirar más de dos horas la tele.
  7. Y, si resulta muy difícil, buscar ayuda profesional.

No debemos dejar las relaciones humanas, las reales y hablarnos cara a cara. Escucharnos, sentirnos, conocernos, reírnos, llorarnos, sin redes de por medio, con tiempo y relajados, es terapéutico y sanador.

No olvidar de que cara a cara nos contamos historias, angustias, victorias, anécdotas, traumas, logros, perdidas, nacimientos, crecimientos, enfermedades y muertes. De todo esto está hecha nuestra historia, y no es bueno quedar atrapados en las redes. Eso sería sinónimo de sufrimiento.

Encaremos «a capripela», atravesemos los temores y enfrentemos la vida sin la protección y máscara de las redes. En las redes no nos podemos tocar, abrazar, oler, besar, susurrar, sentir o percibir, al menos no en toda su dimensión. El mundo allá afuera es peligroso y cruel, pero mucho más hermoso que atrapados en una red.

Para evitar que un chico se pierda en el mundo digital, es muy importante que en la familia exista el diálogo y la comunicación, amplia y sincera, entre padres e hijos, con respeto, con amor, y sin los celulares. Ya que esto disminuirá las tensiones familiares y se podrán identificar situaciones de riesgo. No solo de conductas problemáticas como la adicción a las redes, sino también de consumo de drogas, o problemas de frustración, ansiedad, o depresión.

Es importante reflejar que ustedes, los hijos, deben poder expresar abiertamente sus sentimientos, pensamientos, y los conflictos que atraviesan con terceros o con ustedes mismos. Y no encontrarse con unos padres «cautivos» por sus teléfonos.

Hablen de quienes son y como son. Escuchen al compañero atentamente, ayúdenlo… Y eso los va a hacer sentir mejor, queridos, queriendo, y mucho más reales y humanos.

Ojo con ser esclavos de la imagen y los «me gusta». Cuidado con perseguir «seguidores» y con ser «pura facha». Ya que, como se decía antes, la fama es «puro cuento».

Si hablamos con nuestros hijos y no le prestamos atención, no le mostramos que son lo más importante para nosotros en esta vida, y estamos mandando mensaje a cualquiera mientras el nos quiere hablar… estamos haciéndole un daño muy grande a la relación, y obviamente a la persona más importante de nuestra vida.

Si te transformas y obsesionas con el exterior… te podés vaciar tu interior. En cambio, el trabajo que uno hace en su interior, siempre nos va a salir al exterior.

Una poesía, que se llama la Sinfonía Divina, dice: «Cuando abro mis ojos al mundo exterior, me siento solo como una gota de agua en el medio del océano, pero cuando cierro mis ojos, y miro a mi mundo interior, veo el universo por completo, como una burbuja elevándose en el océano de mi corazón».

CHARLAS SOBRE ADICCIONES EN CONCORDIA

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